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Actualizado: 9 de julio de 2025
Una vez en ella se olvidó de lo pasado ante el aspecto de las bolas de marfil, cuyos choques le admiraron como á un niño; y más que las bolas, la locuacidad de un joven de rizadas patillas, gafas y pelo escarolado, que al paso que jugaba carambolas con otro aficionado, era el deleite de los cien curiosos que rodeaban la mesa, sentados sobre duras banquetas, con una profusión de chistes y una procacidad tan verde y desaliñada, que en un cuartel de blanquillos no le hubiera valido menos de un mes de cepo ó una carrera de baquetas.
Toda la locuacidad de Bertita, era mutismo en el señor D. Paco, quien se limitaba á aprobar con monosílabos los largos períodos que salían de la fresca y sonrosada boca de su esposa.
La última noticia que hizo circular la locuacidad de los jinetes delanteros sirvió para que esta indignación común encontrase dónde satisfacerse. Las revelaciones de Sebastiana fueron conocidas en un momento por todos.
Era uno de la familia, casi podía considerarse como de la casa; y el hermano mostró empeño en enseñárselo todo minuciosamente, desbordándose en palabras, con la locuacidad del que pasa mucho tiempo condenado al silencio. Se detuvo en una puertecita inmediata al altar, inclinándose para ceder el paso á aquel señor tan simpático. Era una pequeña habitación, sin otro adorno que un retablo.
La falta de memoria, la inaptitud á toda aplicacion, la apatía, una alegría tonta, una locuacidad sin objeto, un delirio que parece el último término de la fatiga ó de la instabilidad, ó bien la indiferencia, la taciturnidad, el abatimiento, la tristeza y el mal humor, anuncian para el cerebro, no la actividad, sino un estado pasivo que se ve en la somnolencia y el sueño profundo, dos síntomas referidos varias veces á propósito de espresar los efectos de la fatiga física y moral, muscular y nerviosa; la inquietud que se esperimenta en las piernas y que retarda ó altera el sueño, es circunstancia característica.
Más de media hora tardó la Regenta en cansarse de aquella locuacidad nerviosa. ¡Qué de proyectos! ¡qué de horizontes de color de rosa! Y siempre, siempre juntos Víctor y ella. ¿Verdad? Sí, hijita mía, sí; pero debes descansar; te exaltas hablando.... Tienes razón; siento una fatiga dulce.... Voy a dormir.
La comida era sustanciosa y el apetito excelente, y sentados en el suelo en grupos de diez o doce, comenzaron los chicos aquel festín delicioso, a que las brisas del mar prestaban su frescura, los rayos del sol sus resplandores y la alegría de la infancia su graciosa locuacidad.
Los sirvientes han levantado la mesa, se han marchado. Es noche de invierno; en la chimenea una llama azul oscila entre los carbones. Ella conversa con más locuacidad, de mil asuntos, de la novena próxima, de un libro por demás liberal o cuyo argumento le parece inverosímil. Su conversación es sencilla, demasiado sencilla.
La tarde estaba apacible y límpida: sólo algunas nubes festonadas asomaban la frente por encima de la crestería de las montañas. El sol no les molestaba sino á ratos, y su fuerza estaba deleitosamente mitigada por un vientecillo fresco que el río traía sobre su corriente. Según se alejaban del palacio y de sus contornos, crecía pasmosamente la locuacidad de la condesa.
Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrín, que hasta entonces se había mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la presencia de D.ª Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas aptitudes para amenizar cualquier tertulia.
Palabra del Dia
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