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Aquel semblante estaba frío y rígido. ¡Dios mío! ¡Poderoso señor! ¡un difunto! exclamó todo erizado el cocinero mayor. Y para acabar de probar un terror, como después de él no ha probado ninguno, se oyeron algunas voces cercanas que dijeron: ¡Téngase á la justicia! ¡La justicia! ¡y sobre un muerto yo! exclamó el mismo Montiño ; ¡el infierno llueve sobre desventuras!

Y enfrente de este gran ejército manejado por el Padre Paulí, un candidato de una buena fe paradisíaca, que hacía discursos sobre la regeneración material de la nación y la política hidráulica, pidiendo canales y pantanos, como si á un país cual Vizcaya, en el que llueve todo el año, pudiera interesarle lo que sólo importaba á los maketos, en sus llanuras de Castilla secas, bajo un sol de África.

Enero. El día 3 Pavía destruye la República sin disparar un tiro. Desaloja el salón del Congreso y pone en las calles cañones que no hacen fuego. Llueve un Poder Ejecutivo. La Sanguijuelera, que permanece adicta al antiguo régimen y no cree que hay más reina que Isabel II, da un viva al príncipe Alfonso.

Os la diera mejor para subir. Ya subiremos. Y aún llueve dijo Quevedo. Y hace obscuro; por lo mismo os guío. ¿Y las gentes que os acompañan? Se han ido. Misteriosa aventura. Y más misteriosa la felicidad que más allá de esta puerta me aguarda. Y la condesa abrió con llave el postigo de una cerca. Entrad dijo. Quevedo entró. La condesa sintió que otra persona cerraba el postigo.

28 que parecía el arco del cielo que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria del SE

Las altas chimeneas como negros fantasmas, ni aun en aquella hora avanzada de la noche, dejan de vomitar vapores infernales. Nolo y Demetria las contemplan con horror y se muestran satisfechos cuando las dejan atrás. Llueve de nuevo y de nuevo se refugian bajo el corredor de una casa.

, niño mío, parece que llueve dijo la Nela sollozando. No, es que lloras. Pues has de saber que me lo decía el corazón. eres la misma bondad; tu alma y la mía están unidas por un lazo misterioso y divino: no se pueden separar, ¿verdad? Son dos partes de una misma cosa, ¿verdad? Verdad.

De todos modos, soy bien miserable al deciros tales cosas; siempre hay tiempo para aprender. ¿Por qué me lo decís? preguntó Juana, que durante aquel extraño discurso había recobrado alguna calma. ¿Acaso lo yo? dijo la señora de Hermany . ¡Ah! ¡gracias a Dios ya llueve!

Bajo la lluvia que unía en un solo hilo de agua su capa de goma y su caballo, Castelhum consideró largo rato el arroyo arremolinado. Señalando luego el torrente con un movimiento del capuchón: ¿Las aguas llegarán a cubrir el salto? preguntó a su compañero. Si llueve mucho, . ¿Tiene todos los hombres en el obraje? Hasta este momento; esperaba órdenes suyas. Bien dijo Castelhum.

Un día que el cielo amenazaba lluvia, se le presentaron sucesivamente sus dos hijos, y le dijo el labrador: Padre, yo vengo á pedirle á usted un favor, y es que interceda con la gloriosa Santa Ana para que alcance de su Divino Nieto que llueva de firme, porque si no llueve, se me pierde la cosecha y me arruino. Está muy bien, hijo le contestó el anciano.