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Actualizado: 21 de mayo de 2025


A mi amo apadrináronle unos colegiales conocidos de su padre y entró en su general, pero yo, que había de entrar en otro diferente y fui solo, comencé a temblar. Entré en el patio, y no hube metido bien un pie, cuando me encararon y comenzaron a decir: «¡Nuevo!». Yo por disimular di en reír, como que no hacía caso; mas no bastó, porque llegándose a ocho o nueve, comenzaron a reírse.

19 Entonces, llegándose los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no lo pudimos echar fuera? 20 Y Jesús les dijo: Por vuestra infidelidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá; y se pasará; y nada os será imposible.

Y heaqui uno llegandoše, dixole, maeštro bueno, que bien haré para aver la vida eterna? Y el le dixo, Porÿ me dizes bueno? Ninguno es bueno šino uno, [es á šaber,] Dios. Y ši quieres entrar

Apenas se acercó, cuando vió venir á dos indios á caballo con sus lanzas, con cuya vista pensó ir á ver la de Dios: pero llegándose los indios á él, le cogieron de los brazos, preguntándole ¿qué hacia por aquellos parages? segun demostraban por las señas.

Luisa, sin embargo, se resolvió a hacer lo que pretendía a despecho de su amiga, y llegándose a Lola, le dijo: Mira, Asunción tiene que decirte una cosa; ve a sentarte junto a ella. Lolita se vino hacia la melancólica niña y le preguntó cariñosamente tocándole la cara: ¿Qué tienes que decirme, Chonchita?

12 fueron y asentaron campamento en Quiriat-jearim, en Judá; de donde aquel lugar fue llamado el campamento de Dan, hasta hoy; está detrás de Quiriat-jearim. 13 Y pasando de allí al monte de Efraín, vinieron hasta la casa de Micaía. Mirad, pues, lo que habéis de hacer. 15 Y llegándose allá, vinieron a la casa del joven levita en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba.

El guano, como decía Torquemada, no podía menos de dulcificarla; y llegándose a donde estaba el delincuente, que no se había movido de la butaca, le puso una mano en el hombro, empuñando fuertemente en la otra los billetes, y le dijo: «No, no te sofoques... no es para tomarlo así. Yo te digo estas cosas por tu bien...».

28 Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el principal mandamiento de todos? 30 Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todo tu pensamiento, y de todas tus fuerzas: este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

¡Si no se calla usted...! dijo Samaniego, llegándose a ella con ademán amenazador . Vamos, que por ser usted mujer, no le sacudo el polvo ahora mismo. ¿Usted a ?... falta que pueda. Más le valdrá a usted no permitir las indecencias que hace esta... Le digo a usted que si no se calla... No me puedo contener... ¡Eh!, llamar a una pareja.

Venían con ellos, asimesmo, dos gentiles hombres de a caballo, muy bien aderezados de camino, con otros tres mozos de a pie que los acompañaban. En llegándose a juntar, se saludaron cortésmente, y, preguntándose los unos a los otros dónde iban, supieron que todos se encaminaban al lugar del entierro; y así, comenzaron a caminar todos juntos.

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