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Actualizado: 25 de junio de 2025
Tu esposo está contigo, ángel mío. ¡Madre mía! ¡mi buena madre! Dichosa joven, dormía. ¿No es, repito, un digno convento, el convento de Santa Magdalena? ...¡La muerte! CERVANTES, «Don Quijote». El levante es un viento del Este; cuando sopla, palidecen hasta los marinos más intrépidos.
El deseo de ir en su ayuda me ahogaba; pero no me atrevía a acercármele y echarle los brazos al cuello para consolarla. Cuando estuve en cama, la necesidad de brindarle mi ternura se apoderó de mí con nuevas fuerzas: me levanté, y en camisa, como estaba, me aventuré por el corredor obscuro. Permanecí largo rato delante de su puerta, temblando de frío y de miedo, con la mano sobre el botón.
Hay dos, ó tres rios pequeños, que salen del norte de las montañas del Volcan y Tandil, y cruzan la llanura, de poniente á levante, causando algunos pantanos, y vaciándose finalmente en dicha laguna. Estos rios son de agua dulce, crian bagres, y gran número de nutrias, como ya he dicho. Los mayores vienen del Tandil, y entran en la punta septentrional de aquella laguna.
Ya ves, madre mía, me habían dicho que yo sería dichosa en el convento, pero que para esto era preciso abandonar el mundo; dije que sí, porque entonces aún no sabía lo que era el mundo... Y después me vistieron y me adornaron como una santa y me llevaron a una fiesta en la que un toro mató a dos cristianos así me dijeron , porque yo permanecí oculta en el regazo de mi superiora durante todo el tiempo que duró aquel horrible espectáculo... Pero de pronto, un grito de extrañeza resonó y yo levanté la cabeza... era... era él.
No hace más que preguntar por la señora Nela. Hoy es preciso que estés allí cuando D. Teodoro le levante la venda.... Es la cuarta vez.... El día de la primera prueba... ¡qué día!, cuando comprendimos que mi primo había nacido a la luz, casi nos morimos de gozo. La primera cara que vio fue la mía.... Vamos. María soltó la mano de la Virgen Santísima.
El señor me estaba informando de unas parientes que tengo en Galicia respondió la condesita rápidamente. Le agradecí el disimulo, en el cual me pareció más maestra de lo que yo había imaginado, y me levanté para sufrir un rato el chorro de la de Anguita, que seguía cada vez con más ahínco interesándose por todo lo que me atañía.
Además, ¿no puede llegar un día en que el mismo elemento carlista que aquí tenemos levante la cabeza? Pues si hubiese ferrocarril, cualquiera que él fuese, nada más fácil que poner aquí en dos horas cuatro o cinco mil hombres... En primer lugar, don Máximo, un ferrocarril militar, como usted mismo confiesa que es el de Miramar, no es el que tenemos derecho a exigir de la Nación.
Ahora me hallaba tan inquieto por el resultado de mis amores, que me fue indiferente, y aun me pesó, de la distinción por la curiosidad de que fui objeto. Seguro estoy de que muchos me disputaron, sin más, por su novio. En cuanto el segundo acto terminó, un acto larguísimo de I Puritani, me levanté para ir a saludarla.
El doctor se aproximó apresuradamente; yo me levanté.
Me levanté y corrí hacia ella rogándole que nos enseñara el camino que teníamos que seguir; pero la impaciencia de la miseria se sobrepuso a la del miedo, pues en lugar de responderme y casi sin dejarme hablar, me interrumpió para implorar con voz lastimera: » ¡Caballero, señorita, tengan ustedes compasión de mí y de mi hijo! ¡Una limosna por el amor de Dios, y que El les premie a ustedes su caridad como se merecen!
Palabra del Dia
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