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Actualizado: 25 de junio de 2025
Hay hácia el medio del lado de levante un arco formado de bovedillas estalacticias, ligeramente apuntado, de bastante profundidad, encerrado en una especie de arrabá de estuco dorado formando ramos bellamente entretejidos.
Cuando me levanté, al día siguiente por la mañana, tenía zumbidos en la cabeza, y ante mis ojos bailaban manchas de luz verdes y amarillas. Al ver mi semblante, Marta juntó las manos por encima de su cabeza, y Roberto, que otra vez estaba sentado en la esquina del sofá, envuelto nuevamente en nubes de humo, exclamó: ¿Has pasado la noche llorando o bailando?
En fin, dígala usted que se levante de la cama, y que se tranquilice; que irá á su casa, que irá á Pisa, que su familia la perdonará, y que si hay virtud en su corazon, si hay vida en su conciencia, si hay calor en su alma, todavía puede ser feliz. Vaya usted volando; en la inteligencia de que si usted no la dice todo eso, ó si no se lo dice bien, Luisa se muere.
Me levanté, me vestí y me acicalé todo lo posible. Los marineros de la fragata, vestidos de día de fiesta, nos esperaban en el bote; entramos don Ciriaco y yo, y nos dirigimos al puerto de Cádiz.
Salían del fuerte cada día cuatro compañías á la guardia; la que más lejos estaba, serían 500 pasos del fuerte: una de la parte de poniente, donde los enemigos venían; las dos compañías, á los pozos; la otra, á las casas de Dragut, que estaban á la marina por la parte de levante.
Bebimos el otro par de botellas. Noté que cada vez hablábamos más alto, y sentí en el rostro un calor extraordinario. El de Suárez permanecía tan sereno y cetrino como siempre. Sólo sus ojuelos, siempre vivos, parecían bailar ahora arrebatadamente. Dije que en aquel cuartucho hacía demasiado calor, y me levanté para quitarme la americana, pero al hacerlo observé que la habitación se bamboleaba.
Yo me levanté de la silla para hablar con ella de pie y que la visita fuera corta. En tan corta visita, me ha dicho mil locuras que me afligen profundamente. Por último, ha exclamado, al despedirse, en su jerga medio gitana: ¡Anda, fullero de amor, indinote; maldecido seas; malos chuqueles te tagelen el drupro, que has puesto enferma a la niña, y con tus retrecherías la estás matando!
¿Sabe usted que entra un fresquecito regular? dijo D. Nemesio despertándose. ¿Quiere usted que levante el cristal? Si usted no tiene inconveniente... Ninguno repuse, apresurándome a hacerlo. Estaba mirando al pueblo de Argamasilla, donde se dice que Cervantes fue preso y colocó la patria de su héroe.
¿Quién? ¿yo querer á esa mujer?... ¡Si me sofoca ya más que un día de levante!... Si tengo más ganas de soltarla que del premio gordo de la lotería... Porque me carga, ¡ea!... porque me revienta... y está dicho... Y de esta suerte prosiguió todavía dejando caer otras pesadísimas palabras.
Iba vestida de oscuro y se parecía mucho, con la animación de la vida además, al retrato que tanto me había impresionado. Me levanté, le salí al paso, balbuceé dos o tres frases incoherentes que no tenían ningún sentido; ya no sabía ni cómo explicar mi visita, ni cómo llenar de golpe el enorme vacío de dos años que ponía entre nosotros como un abismo de secretos, de reticencias y de oscuridades.
Palabra del Dia
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