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Salió de su abstracción y á paso lento, siguiendo su paseo, se dirigió hacia la Celle-Saint-Cloud. Fortunato se estremeció. ¿Se habría engañado? ¿Sería capaz Mauricio de tanto disimulo? ¡Qué! ¿iría á casa de la señorita Guichard? ¡No! imposible. Y, sin embargo, tomaba una dirección nada dudosa hacia una plazoleta en la que desembocaba la callejuela donde el joven había sido atropellado.

El palo que a me sostiene por los caminos no ha de alzarlo contra su padre. Diómelo como una cruz Nuestro Señor Jesucristo. Apártate, leproso. Antes vuélvame el palo con que voy por el mundo, que si no me lo vuelve yo lo tomaré. ¡Ay de ti si me tocan tus manos podridas! Con lento andar, de una humildad fuerte y solemne, avanza el Pobre de San Lázaro.

MERLUZA CON MAYONESA. Limpia y escurrida, después de echar la sal, una cola de merluza, se cuece a fuego lento; se saca del agua y se escurre bien, poniéndola en la fuente en que se ha de servir; cuando se enfría se cubre con salsa mayonesa y se guarnece la fuente con huevos duros, aceitunas y pimientos de lata.

Aunque dando un largo rodeo, aunque recorriendo otras sendas, aunque vacilando a veces en irse a la fuente del río, donde al pie de la sierra brota de una peña viva todo el caudal cristalino que riega las huertas, y es sitio delicioso, D. Luis, a paso lento y pausado, se dirigió hacia la población. Conforme se iba acercando, se aumentaba el terror que le infundía lo que se determinaba a hacer.

¡No le diga, no le diga!... a Sol que se levantaba como para avisarle. Venía Lucía con paso lento, y Ana y Sol, que conocían las habitaciones de la casa, sabían que era ella quien venía. Volvió Sol a su asiento. Juan hizo como que hablaba muy animadamente con Ana y con ella. Lucía llegó a la puerta. Los vio sentados juntos, y como que no la veían.

Porque como el ejército, que poco habia salido de estos pueblos del Uruguay, caminase á paso lento contra el enemigo, porque no sucediese que estando los caballos cansados y tambien los soldados, no estuviese apto para acometer al enemigo, comenzó este á levantar en dicho salto un fuerte.

El padre Aliaga calló y siguió paseándose lento y solemne por la celda con la carta de doña Clara arrugada entre las manos... Pasó algún tiempo. Oyéronse al fin pasos en el corredor. Pasos tardos y acompasados. Se abrió la puerta de la celda y apareció el hermano Pedro. Aquel lego en quien el padre Aliaga tenía tanta confianza.

Bueno respondió el capitán. Tres juegos nada más. Nada más. La hija del capitán. El capitán paseaba de un ángulo á otro por el vasto salón de su casa en la mañana siguiente. Andaba encorvado y á paso lento. Alguna vez se detenía frente al retrato al óleo de su hija María. Un artista famoso que viajaba por Asturias lo había pintado el año anterior.

Acostumbrado Fray Miguel a disimular sus emociones, a no confiarse a nadie y a no desahogar confesándolo lo que tenía en su pecho, no mostraba en lo exterior ni para cuantos le rodeaban alteración ni cambio. Como además fijaba poco la atención y todos le tenían por persona menos notable de lo que era, nadie advertía el cambio imperceptible y lento que en él se había realizado.

Al matrimonio se debe llegar con el sujeto ya bien conocido; no con una máscara. Asimismo, nunca es completo este conocimiento, ya que el matrimonio no es, en el fondo, sino un lento y contínuo desenmascaramiento que sólo se hace total con el último abrazo en la hora de la muerte. Conviene también llegar al matrimonio con una ligera fatiga del mundo y de sus pompas y vanidades.