Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 10 de junio de 2025


Partiendo de nuestra hipótesis, de que Lope contrajo su primer enlace á fines de 1588, hubo de regresar á Madrid hacia 1595. Aquí ó en Toledo entró, como secretario, al servicio del marqués de Malpica y del conde de Lemos, y en el título de El Isidro se llama también secretario del marqués de Sarriá, lo cual ha pasado desapercibido de todos sus biógrafos.

Aquella carta antes de quemarse decía: «Excelentísimo señor conde de Lemos: Vuestra esposa, ignorando que habéis sido perdonado de vuestro destierro con el rey, pone en vuestro lugar un amante, y se solaza con él en vuestra hacienda del ríoEsta carta no tenía fecha y era anónima. DE CÓMO EL INTER

El duque de Lerma, que había tenido aquella mañana una entrevista escandalosa con su hija la condesa de Lemos, debía tener aquella noche otra con su hijo el duque de Uceda. Condiciones eran de su posición. Había asaltado el poder por medio de intrigas y de bajezas, y la bajeza y la intriga debían acometerle á su vez.

Poco después deja Lope el servicio de la casa de Alba, y por algún tiempo es secretario del Marqués de Malpica. En 1598 lo encontramos desempeñando cargo análogo cerca del Marqués de Sarria, futuro Conde de Lemos, el gran protector de Cervantes y tantos otros ingenios. El 25 de abril de este mismo año de 1598 casóse Lope en Madrid con doña Juana de Guardo.

¿El duque de qué? dijo Lerma ; vamos, concluyamos: ¿queréis sin duda decir mi hijo el duque de Uceda? Efectivamente, señor; yo creía haber sido indiscreto... No, no, de ningún modo; cuando se trata del servicio de su majestad, yo no tengo hijo; y á propósito de hijos... recordadme más adelante que tengo que encargaros algo acerca de la condesa de Lemos. Muy bien, señor.

Pesaríame por ti... ¿pero qué digo, pesarme?... bebe, Catalina, luz de mis ojos, bebe... embriaguémonos... olvidémonos de todo... pidamos á Dios que disponga como nos conviene de mi señor el conde de Lemos. ¡Qué! ¿serías capaz?...

Lo ignoro, señor; pero su excelencia la señora condesa de Lemos, vuestra hija, pregunta por vuecencia y viene tras de y vestida de casa. ¡Vestida de casa! , señor, y siento ya las fuertes pisadas que bastan para adivinar que se acerca su excelencia. ¡Oh! ; mi hija es muy buena moza, ¿no es verdad? ¡Señor, yo no he querido decir!...

Su amor propio, como ven nuestros lectores, engañaba á Quevedo, sobreponiéndose á su sagacidad y á su prudencia, que de una manera instintiva le decía, y le había dicho, que todo debía temerlo de la rabia y el despecho de la condesa de Lemos.

¡Cómo! dijo ; ¿el conde de Lemos vuelve á la corte? ¡pues bien, me alegro, vuelve á tiempo, como que sólo hace cuatro días que vos habéis venido! Oidme, por Dios, que importa; vuestro marido, si os obstináis en retenerme, acabará por saber que yo... y que vos... que estoy en vuestras manos.

Además de eso, ¿no han desterrado al conde de Lemos porque había llevado una noche al príncipe de Asturias á casa de una de las queridas de don Rodrigo Calderón? ¿No han apartado de la crianza del príncipe á don Baltasar de Zúñiga, porque daba demasiado gusto á su alteza, y no han sacado también al duque de Uceda del cuarto del príncipe, sin duda porque han sabido que le traía aquí para que desde bien temprano se acostumbrase á las favoritas?

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando