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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Los cabellos retintos del joven dejaban caer dos lacios mechones sudorosos sobre la frente, los párpados estaban como aureolados de misterio, y sobre la palidez mate del rostro, el labio acentuaba su carminoso brillo. Casilda llamole: ¡Mi señor! ¡mi señor! La recadera traía malas noticias.
Y su busto sangriento y palpitante Pusieron por escarnio en la picota; Y su sangre que cae gota por gota Marcando está las horas del dolor. El pueblo le contempla con asombro Y de su labio cárdeno y helado Parece que esperase atribulado El grito de Esperanza y Redencion.
Esperó con paciencia en la sala a que nuestra amiga hiciese su toilette, y cuando ésta se presentó al cabo, vio delante de sí a un joven ruboroso, confundido, pero simpático y elegante, que la rogó con labio balbuciente le otorgase el favor de escuchar la lectura de un drama.
Tienen la nariz gruesa y aplastada, el cabello crespo como lana enredada; el labio superior grueso y caído sobre el inferior; su color es más claro y menos feo que el de los negros de la costa de África, sin duda porque los de estas islas tienen más frondosos bosques donde resguardarse de la acción del sol y porque se comunican más con pueblos civilizados.
Algún tiempo... un par de añitos, por lo menos... Pues en tal caso, si el fraile pasa la noche de rodillas, «saperbleu!», se va a ensuciar su hábito blanco, y cuando vuelva al retrato, dará asco. Doña Inés lanzó una alegre carcajada; doña Brianda estiró su labio con una mueca de desdén y de fastidio...
Faltaba más de un mes aún, pero la madre hizo entender claramente al muchacho que quería la presencia de su padre esa noche. Será difícil dijo Nébel después de un mortificante silencio . Le cuesta mucho salir de noche... No sale nunca. ¡Ah! exclamó sólo la madre, mordiéndose rápidamente el labio. Otra pausa siguió, pero ésta ya de presagio. Porque usted no hace un casamiento clandestino ¿verdad?
Entonces el hijo predilecto de la Iglesia se acercó a la reja, y con labio balbuciente y el rostro encendido se confesó con D.ª Rafaela. Por no abusar más de su inagotable bondad había tenido precisión de pedir seiscientas pesetas al padre Laguardia, que era quien le perseguía y le había hecho prender.
Imitaba, esforzándose, la majestuosa sonoridad del coro wagneriano; remedaba con murmullos a flor de labio el rumoroso acompañamiento de la orquesta, y Rafael batía el agua con sus remos al compás de la melodía piadosa y entusiasta con que el gran maestro había impetrado el favor de la poesía popular, saludando la aparición de la Reforma. Iban río arriba, luchando contra la corriente.
Con labio balbuciente y vivo anhelo "¡Dios te salve, María!" en la cuna te dice el pequeñuelo: salúdate el anciano que harto ya de luchar con el destino, apoyo busca en tu segura mano. ¿Mas que mucho, Señora, que el hombre de quien eres bienhechora su gratitud te ofrezca y, sus amores...? también del Sol los mágicos fulgores te rinden homenaje y te saluda el mar con sus rumores, con su aroma las flores, las aves con su canto en el follaje.
Hay un rostro celestial, Que si el rubor lo colora El corazon enamora, Y espresa el mas puro amor; Pero en cada despedida Palidece su semblante, Y mas que su lábio amante Me dice su turbacion.
Palabra del Dia
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