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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Ahora, Friterini, mio caro, ve colocando banderas á tu gusto... ¡á lo que salga! pues todos somos iguales, y ésta es «la tierra de todos», como dice don Manuel. En verano las moscas invadían en proporciones inauditas el interior algo lóbrego del boliche, huyendo de la atmósfera ardorosa de una tierra siempre sedienta.
Hay que decir como antes que miraba desde el lóbrego hueco de un pozo que a cada instante era más hondo. Su respiración fue de pronto muy fatigosa. Suspiró varias veces, oprimiendo sobre su pecho con más fuerza las manos de los dos jóvenes. Teodoro puso en movimiento toda la casa; llamó y gritó; hizo traer medicinas, poderosos revulsivos, y trató de suspender el rápido descenso de aquella vida.
Marchaba doblado por la cintura, con las piernas muy abiertas y rígidas. Así precedió a Maltrana por un pasillo lóbrego, bajo de techo y tan angosto, que los codos rozaban los objetos raros empotrados en la pared. La débil claridad que pasaba por un bote de escabeche puesto a guisa de claraboya difundía una luz amarillenta al final del pasillo, danzando en su pálido rayo un enjambre de moscas.
Yo experimentaba que mi cabeza se deprimia por instantes; sentia que una mano de bronce me aplastaba la frente; ya me creia rodando por aquellas extensas y horribles bóvedas; horribles me parecian á mí, pues miraba en ellas el vacío lóbrego y misterioso de una sepultura.
Lo grave y lóbrego de la situación en que había colocado á Ester y á Dimmesdale le abrumaban de tal modo, que decía de sí mismo que, durante el invierno citado, su espíritu había sido "un tegido de dolores." Hawthorne, á semejanza de Balzac, se aislaba mientras estaba escribiendo una novela; y puede decirse, sin exageración, que entonces apenas veía á nadie.
Me encontraba sobre una balsa informe que amenazaba desbaratarse por momentos. Al verme en tal situación, corrí hacia Marcial diciendo: «¡Me han dejado, nos han dejado!». El anciano se incorporó con muchísimo trabajo, apoyado en su mano; levantó la cabeza y recorrió con su turbada vista el lóbrego espacio que nos rodeaba. «¡Nada! exclamó ; no se ve nada. Ni lanchas, ni tierra, ni luces, ni costa.
Era mi vida el lóbrego vacío, Era mi corazón la estéril nada... Pero me viste tú, dulce bien mío Y creome un universo tu mirada... ¿Encuentra usted esos versos dignos de atención, señora? dijo Pombo.
Choto se metió por un agujero, como hurón que persigue al conejo, y siguiéronle el doctor y su guía, que tentaba con su palo el tortuoso, estrecho y lóbrego camino. Nunca el sentido del tacto había tenido más delicadeza y finura, prolongándose desde la epidermis humana hasta un pedazo de madera insensible.
Tal fue el poderoso influjo que obró en la imaginacion de la nueva reina la inesperada muerte de su esposo, que muchos dias estaba fuera de sí, y encerrada en el aposento que á ella le parecia mas lóbrego y triste. Durante este enagenamiento, se habian hecho los funerales, y por consiguiente el cadáver del monarca sepultado en la cartuja de Miraflores.
De este rápido hermanar en su imaginación la propia miseria con la riqueza del aborrecido don Juan, brotó en su lóbrego y envidioso pensamiento una llamarada de odio y venganza. La desgracia le hizo mal filósofo, y la mala filosofía le trastornó el seso. Sin hacer caso de Carola, siguió monologueando tristemente: «Sí..., esto se acaba... por culpa de ese tuno. Y podría reventarle de mil modos.
Palabra del Dia
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