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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Y una vez decidido, se entró de rondón en la portería de las Descalzas Reales, á cuya puerta se había parado, tocó al torno y, en nombre de la Inquisición, pidió hablar con la abadesa. Inmediatamente le dieron la llave de un locutorio. Al entrar en él, Montiño se encontró á obscuras; declinaba la tarde y el locutorio era muy lóbrego. Detrás de la reja no se veían más que tinieblas.

»También ha mejorado algo el estilo de nuestros zapateros; pero poca cosa. »Vive todavía Gorrilla el platero, y en su mismo tenducho lóbrego de la Rinconada de la Colegiata. Lo tendrá; pero dudo que lo haya adquirido con el oficio. Es, como ha sido siempre, la encarnación viva de la parsimonia y del bienestar, en la mejor farmacia del mejor de los pueblos del mejor de los mundos posibles.

De la furia el ardor, del sol la calma Tenia en duda de una, y otra parte La vencedora y pretendida palma. Del cuervo en esto el lobrego estandarte Cede al del cisne, porque vino al suelo Pasado el corazon de parte á parte. Su alferez, que era un ANDALUZ mozuelo Trobador repentista, que subia Con la soberbia mas allá del cielo,

En la puerta pendía colgado de una espetera un manojo de plumas de ganso, y en lo más profundo y más lóbrego de la tienda lucían como los ojos de un lechuzo en el recinto de una caverna, los dos espejuelos resplandecientes de don Anatalio Mas, gran jefe de aquel gran comercio. Enfrente había una tienda de comestibles; pero de comestibles aristocráticos.

Yo muero cuando veo que el cielo se colora Y al fin anuncia el día trás lóbrego capuz; Si grana necesitas para teñir tu aurora, Vierte la sangre mía, derrámala en buen hora Y dórela un reflejo de su naciente luz.

Tenía éste su almacén y su escritorio en la calle de San Felipe Neri, tal cual su padre lo había dejado, esto es, pobrísimo de apariencia y hasta lóbrego y sucio.

Así pues, el aspecto de la población con la estrechez laberíntica de sus calles, la pobreza exterior de sus casas y de tanto edificio religioso, con los densos batientes que proyectaban los arquillos, y los volados aleros y los ajimeces, debió ser lóbrego y triste, sobre todo, desde que el crepúsculo de la tarde comenzaba á envolver la ciudad en las sombras precursoras de la noche.

En el ancho soportal de una de las casas que adornan este lóbrego paisaje, y sobre una pila de junco seco, están dos chicuelos tumbados panza abajo y mirándose cara á cara, apoyadas éstas en las respectivas manos de cada uno.

Lóbrego y obscuro, como la luna de un espejo de acero, el pantano dormía, y las florecillas acuáticas se desmayaban en sus bordes. La voz de Artegui, más intensa que elevada, resonaba entre el pavoroso silencio. En el mal repetía , que por todas partes nos cerca y envuelve, de la cuna al sepulcro, sin que nunca se aparte de nosotros.

Rafael levantó la cabeza y vio vacía la tribuna diplomática. Aún creyó distinguir en su lóbrego fondo las grandes plumas del sombrero. Salió del banco apresuradamente y se lanzó al pasillo, donde le detuvieron muchos para felicitarle. Ninguno le había oído, pero todos le daban la enhorabuena, le estrechaban la mano, impidiéndole avanzar.

Palabra del Dia

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