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Actualizado: 19 de junio de 2025


Dentro como fuera, cortinas, alfombras y muebles de laca, todo era blancura propia del nido virginal escogido para los dieciséis años de la exquisita y pura niña, objeto de tan tierna solicitud. ¡Querida Blanca! Pensar que nos abandona estas lindas cosas... murmuró Julieta llena de agradecimiento.

De pronto se echó hacia atrás, confusa y avergonzada... Un elegante jinete acababa de desembocar en la plaza, y al sorprender a la joven sonriendo a su ensueño, se detuvo y, maquinalmente, se quitó el sombrero. Julieta cerró vivamente la ventana y se apresuró a dedicarse a los cuidados de la casa.

Se casó hace un año con Daniel; una boda por amor, muy a gusto, además, de ambas familias, que pertenecen al cogollito de nuestra «haut». El noviazgo fué un idilio ante el cual palidecen los deliquios de Romeo y Julieta. En los salones, fiestas y saraos no se separaban un instante.

Pasaron días, y con ellos fueron creciendo las intimidades entre Julieta y el diplomático, hasta el punto de vérselos como la sombra y el cuerpo en calles, paseos y espectáculos; siendo de advertir que don Simón, no solamente lo consentía, sino que lo fomentaba con reiteradas atenciones hacia aquél, y con desmedidos elogios de sus prendas cuando de él hablaba en familia.

Si el día antes hubiera hecho las averiguaciones que acababa de hacer respecto de este personaje, en el acto habría roto con él todo género de relaciones: ¿cómo no proceder así desde el momento en que estaba abocado a ser título de Castilla? ¿Qué diría la aristocracia vieja si le veía cultivando el trato de un charlatán semejante?... Pero ¿sería tiempo todavía de evitar algo que sospechaba? ¿Estaría Julieta tan resuelta como él a cortar todo trato con aquel hombre?... Pero si no lo estuviera, ¿cuándo mejor que entonces habían de servirle de algo sus derechos de padre y de jefe de familia?

Me vas á hacer el favor, ¿eh?, de no perder mañana el tiempo en arrullos, como Romeo en el balcón de Julieta. Los campos están llenos de alondras que te cantarán la canción de la partida. Ahora bien, esa partida no debes efectuarla solo. Toma tus disposiciones con Herminia para llevártela el mismo día, si es posible.

¿Y casaremos a Julieta con un embajador? No te diré que no, si a mano viene. ¡Ajaá! Y con eso espantaremos de una vez tanto moscón como nos zumba aquí alreguedor de las talegas de tu hija. Ese será uno de los motivos que más me animen a llevaros conmigo. Pues mira, Simón: por si se vuelve atrás y no te ves en otra, coge a ese país por la palabra.

Tres o cuatro generaciones habían pasado por aquella salita de la calle del Carpio, modesta y aseada, con el pavimento de madera encerada, sillas de paja, sofá de damasco encarnado, cómoda de caoba atestada de chirimbolos, espejo con marco de carey y diversos cuadritos al pastel representando la historia de Romeo y Julieta. La tertulia de las de Meré era la más antigua de Lancia.

Por fin, sucumbiendo al cansancio, consintió en meterse en la cama y Julieta aprovechó aquel respiro para arreglar sumariamente su primera instalación. Todo fue saliendo del caos bajo su mano inteligente. Los grandes muebles estaban en su sitio, las cortinas colocadas, las alfombras puestas, y el pobre alojamiento tomó un aspecto casi coqueto.

Pero no hay que confundir esta pava, pelada á gritos, con la que hemos dejado pelando á las altas horas de la noche, libres, juntos y solos, al Romeo y á la Julieta de la reja baja.

Palabra del Dia

rigoleto

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