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Actualizado: 3 de junio de 2025
Medite bien el Congreso: es necesario un buen Gobierno en Filipinas, no por el bien de los filipinos, sino porque lo demandan el buen honor y prestigio del pueblo americano. Ahora ¿Cuál será este buen gobierno? No me atrevo á fijarlo, porque no represento el Gobierno revolucionario y he prometido no comunicarme con los jefes y prohombres filipinos.
Mario quedó profundamente abatido y se dejó caer en un banco mientras el delegado telegrafiaba, por si acaso, a los jefes de las estaciones intermedias y al alcalde de Arganda para que en todo caso le detuviera. Pero hallándose de aquel modo sentado con la cabeza entre las manos, oyó a un mozo decir a otro que no había visto más niño que uno que llevaba una mujer.
Uno de los grandes jefes había recibido de ella varios latigazos cierto día que osó algunos atrevimientos con la amazona. El mismo personaje golpeado acabó por arrepentirse, y á impulsos de la admiración, fué en adelante un protector de Martínez y de su esposa.
Los curas, especialmente, le merecían extraordinaria consideración. El hablar y tratar de cerca a los que pocas horas antes había visto oficiando en el templo con lujosos trajes y teniendo al pueblo prosternado en torno, era a sus ojos lo que hubiera sido para chico crecido entre soldados codearse con jefes.
Termina el General Núñez fecilitando por ello al Ejército y á sus Jefes. A continuación hace uso de la palabra el general José de Jesús Monteagudo, Jefe de las Fuerzas Armadas. "Señores, dice: Yo quiero en nombre de las Fuerzas Armadas de la República dar á todos las gracias más sinceras y más sentidas.
De estas incoherentes cavilaciones infiero yo que si nuestro triunfo se retardase demasiado, así en el mar del Sur como en el golfo de Méjico, culpa sería de nuestra falta de fe, que seguiría enajenándonos la protección del cielo: pero que si como es de esperar vencemos pronto, sin duda que al cielo, ó á la suerte para el que no crea en su influjo, deberemos el triunfo en primer lugar; pero también le deberemos al valor de nuestro ejército de mar y tierra y á la habilidad é inspiración de sus jefes.
Si al volver de la proscripción, cuando Caseros invocaba a Facundo para alistarse entre los jefes de la milicia y entre los estadistas de la organización, todavía siguió invocándolo treinta años después, como una de las fuerzas que derrocaron la tiranía de Rosas y como una de las más vivientes páginas de la literatura americana.
136 Allí tuito va al revés; los milicos son los piones, y andan en las poblaciones emprestaos pa trabajar; los rejuntan pa peliar cuando entran indios ladrones. 137 Yo he visto en esa milonga muchos jefes con estancia, y piones en abundancia, y majadas y rodeos; he visto negocios feos a pesar de mi inorancia.
Había visto a los jefes de partido, a los caudillos de grupo, hablar toda una tarde, desde las cuatro hasta las ocho, roncos y congestionados, sudando como cavadores, con el cuello de la camisa hecho un trapo sucio y mirando el gran reloj del salón con angustia de condenados. «Aún falta una hora para levantar la sesión», decían los amigos.
Los demás, sentados alrededor de los jefes, con el oído atento y las manos en el borde de la peña, miraban al abismo. Las descargas continuaban con gran viveza, lo que revelaba el encarnizamiento de la batalla; pero era imposible ver nada. ¡Oh! ¡Cómo hubieran querido los pobres sitiados tomar parte en aquella lucha suprema! ¡Con qué ardor se hubieran precipitado al combate!
Palabra del Dia
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