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Actualizado: 3 de junio de 2025
Un grupo de hombres ha permanecido en el andén hasta el último instante mirándolas con mudo respeto: unos en traje civil, de sobria elegancia, esbeltos, bien afeitados, con un monóculo bajo la ceja arqueada, secretarios y agregados de la Embajada británica; otros con uniforme de marino, pero uniforme de batalla, sin faldones, sin dorados, apoyándose en un bastoncillo de paseo, ostentando en la visera de la gorra el reborde de laureles que distingue á los jefes superiores.
Hasta aquí el squire no había dado la bienvenida de un modo señalado más que a los jefes de familia a su llegada; pero siempre, a medida que avanzaba la tarde, su hospitalidad irradiaba con más amplitud, hasta que golpeaba las espaldas de los invitados más jóvenes y manifestaba la particular satisfacción que le proporcionaba su presencia.
A la primera tentativa de carga desbándase la caballería de La Madrid; sigue la reserva, y cinco jefes a caballo quedan tan sólo con la artillería, que menudeaba sus detonaciones, y la infantería, que se echaba a la bayoneta sobre el enemigo. ¿Para qué más pormenores? El detalle de una batalla lo da el que triunfa.
Sin embargo, llegada la ocasion de obrar, la guarnicion del puerto, abandonando á sus jefes, se unió con los venezolanos. Pronto las fuerzas de Mariño, convenientemente distribuidas entre él, Bernardo Bermudez y José Francisco, derrotaron las tropas de Cervéris y ocuparon á Maturin, cuya guarnicion huyó tan luego como Bermudez se presentó en sus cercanias.
Jefes y soldados íbamos con gran dolor de corazón a cantar nuestra canción de las habichuelas a la pequeña garita del señor cura. Después de maldecir de la alimentación leguminosa y de la alimentación patatosa, habló del resto del viaje.
Usted lo que tiene, niña, es que está enferma, y yo sé de qué enfermedad. Un abuelo suyo había sido gran hechicero cuando los indios acampaban aún sobre esta tierra como dueños únicos. Los jefes de las tribus le hacían llamar al sentirse enfermos. Su padre heredó este tesoro de ciencia, pero por desgracia, sólo le había transmitido á ella una ínfima parte.
Se hizo presentar por Riverita en algunas tertulias políticas donde nuestro joven tenía acceso, entre ellas la del general conde de Ríos, uno de los jefes a la sazón del partido liberal. Esta fue la que más le plugo y donde echó raíces.
Lo habían alojado en la cárcel, no porque se le sospechase de algún delito, sino por ser la manera más conveniente y cómoda de disponer de él hasta que los magistrados hubieran conferenciado con los jefes indios acerca del rescate. Se dijo que su nombre era Rogerio Chillingworth.
Modesto se distinguió allí por su valor y serenidad, en términos que mereció una cruz y los mayores elogios de sus jefes. Su nombre lució en La Gaceta como un meteoro, para hundirse después en la eterna oscuridad.
Estos caballeros, para cuya domesticación emplearon grandes rigores los jefes militares, tuvieron una reyerta en Córdoba con los suizos de Reding.
Palabra del Dia
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