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Actualizado: 14 de junio de 2025
ANISETE. Con medio kilo de azúcar y un cuarto de litro de agua se hace almíbar; mézclese medio litro de este almíbar con un cuarto de litro de anís, y cuando está bien mezclado, échese todo a una jarra o vasija de boca ancha para poder darle vueltas a menudo con una cuchara de madera; a los tres o cuatro días se habrá hecho el almíbar, porque para que el anisete quede blanco hay que hacer el almíbar así, en crudo; de modo que hasta pasar esos días no se hace la mezcla, y entonces se filtra y se embotella.
Es igual; ¡qué bien se encuentra uno en su casa! ¡Eh, Luisa! ¡Ven y siéntate un momento aquí! ¡Mire usted, papá Juan Claudio, con esta personilla a un lado, el jamón al otro y la jarra en frente, en menos de quince días me reponía completamente; no me reconocían los camaradas de la compañía!
¡Niégueme Dios su gloria si yo no abro en canal á esta bribona!... Déjamela, no vos atraveséis delante.... ¡Dame esa cara impostora!... ¡Sal á la luz ... que pueda yo echarte mano! Deja, que yo la alcanzaré bramó á su lado la mujer que estuvo á pique de ser azotada, levantando en alto la jarra vacía del aguardiente. ¡No tires!... gritaron algunos hombres, corriendo á detenerla. ¡Quiero matarla!
Completan el conjunto un hornillo colocado en primer término, donde esta puesta la sartén, bajo la cual brillan las brasas, un perol, una jarra, un almirez y al fondo, colgado de la pared, un saquillo con trapos; todo ello, especialmente la cabeza del chico, ejecutado con verdad pasmosa.
Hice lo que me mandaba, y fue sacando de la alacena, además de los legajos, tres pares de candelabros de plata, varios cubiertos y una bandeja del mismo metal, y un rimero de porquerías, entre ellas más de seis libras de polvos de salvadera envueltos en un papel de estraza, y una jarra blanca como de media azumbre, con un paluco adentro.
Fácilmente puede imaginarse la animación de la granja, las idas y venidas de los criados, los gritos de entusiasmo de todo el mundo, el chocar de vasos y tenedores, y la alegría que reflejaban aquellos rostros cuando Juan Claudio, el doctor Lorquin, los Materne y cuantos habían acompañado al carruaje de Catalina se instalaron en la amplia sala, alrededor de un magnífico jamón, y se pusieron a celebrar sus futuros triunfos con la jarra en la mano.
Así es que uno de los espíritus de la montaña son magos formidables que abrasan la hierba de los pastos, matan el ganado, malefician á los caminantes, cuando otros, en cambio, son seres benévolos, cuyos favores conquista una jarra de leche vertida ó un sencillo conjuro. Al buen genio se dirige el pastor para que acreciente sus rebaños con chotos y corderos vigorosos y perfectos.
Antes hacían de plata pura todo lo de la mesa, y las jarras y fruteras que se hacen hoy en máquina: no más que para darle figura de jarra a un redondel de plata estaba el pobre hombre dándole con el martillo alrededor de una punta del yunque, hasta que empezaba a tener figura de jarrón, y luego lo hundía de un lado y lo iba anchando de otro, hasta que quedaba redondo de abajo y estrecho en la boca, y luego, a fuerza de mano, le iba bordando de adentro los dibujos y las flores.
Pero estaba facultado para llevar á todo matriculado ante el Capitán del puerto; y este señor cumplía la Ordenanza al pie de la letra, y la letra de la Ordenanza era capaz de amansar á una ballena. Por buena compostura, se desenlazó el drama marchando cada personaje por su lado, después de pagar entre todos la jarra hecha pedazos.
El interior de la jarra y el paluco estaban cubiertos de una costra negruzca muy removida y cuarteada. Pregunté a mi tío con una mirada para qué servía aquello, y me respondió: Eso es para hacer tinta... digo, era; porque ya con la última hecha el año que pasó, ha de sobrarme.
Palabra del Dia
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