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Actualizado: 9 de junio de 2025


No podían ser más sencillas sus costumbres: habitaba un cuartito bajo detrás de la tienda en compañía del mancebo y una cocinera vieja que arreglaba sus fugaces refacciones: dos o tres veces por semana comía en casa de Rivera, y una que otra se autorizaba el lujo de entrar en un restaurant y engullirse un cubierto de diez reales; jamás iba al teatro, pero tenía dos pasiones decididas, los toros y los sermones, las cuales procuraba ocultar porque entendía que la primera era una flaqueza, y dejar ver la segunda acusaba vanidad o jactancia.

Desde que tuvo lugar esta ocurrencia, la gente de Villafría había depuesto la jactancia y se complacía en ser humilde. La franqueza y la sinceridad les parecían asimismo prendas muy necias y que nunca deben emplearse con los curiosos, comprendiendo toda la práctica sabiduría del proverbio que dice: A quien quiere saber, mentiras en él.

Averguenceos, varones esforzados, Ver que á nuestro pesar con arrogancia Tan pocos Españoles y encerrados Defiendan este nido de Numancia. Diez y seis años son y mas pasados, Que mantienen la guerra y la jactancia De haver vencido con feroces manos Millares de millares de Romanos.

Como quiera que ello fuese, al menos durante los tres primeros años, según ya queda dicho siempre fue de maravillar o la virtud de Rafaela o su prudencia sigilosa. A pesar de la jactancia de muchos hombres que gustan de hacer creer que son favorecidos, ninguna acusación terminante hubo contra Rafaela.

Cada atlota podía bailar con varios hombres sin esfuerzo alguno, rindiéndolos. Era el triunfo de la pasividad femenil, que sonríe ante la jactancia arrogante del sexo contrario, sabiendo que acabará por verlo humillado... La salida de la primera pareja pareció arrastrar a los demás.

El orgullo y la jactancia que le inspiraba ella, antes de su caída; la rabia que le causa la pérdida de su honra; las palabras todas que pronuncia antes y durante el duelo; y sus terribles reconvenciones a Margarita, cuando está ya moribundo, todo esto es real y bello a la vez. Goethe en tres o cuatro hojas, levanta una figura viva, que no se borra nunca de la mente de nadie.

Todo eso es pura fábula afirmó D. José María con desenfado . Aborrezco la falsedad y la jactancia, pues soy hombre que se dejaría matar antes que decir una palabra contraria a la rigurosa verdad. Por tanto, basta de fingidas diplomacias y de tratados que no han existido sino en la cabeza de usted. En estos momentos seamos soldados, y dejemos a un lado los protocolos.

No estalló el rayo, pero el relámpago iluminó más de una vez los varoniles rostros. Tanto los oficiales de Bolívar como los de San Martín, pertenecían a la clase más elevada de las sociedades de Colombia y del Río de la Plata. La altivez nativa se unía a la jactancia castellana del valor.

Sus mares sólo contenían peces. Eran hombres fríos, de pocas palabras, económicos, amigos del orden y de la jerarquía social. Su sobrino adivinaba en ellos el coraje del hombre de mar, pero sin jactancia ni acometividad.

Imposible mirar solamente á aquel hombre sin sentir el corazón henchido de rabia. Por eso los de Entralgo y Villoria se apartaban cuanto podían de los parajes en que el jefe poderoso de Lorío relampagueaba de orgullo y de jactancia. Jamás se le viera más alegre y fanfarrón que aquella tarde.

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