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A Tristán no le parecía, sin embargo, bastante todo aquello: recordaba las revistas dedicadas a los estrenos de Estévanez, las comparaba con las de su obra y éstas se le antojaban bien frías. Pero al tomar en manos El Universal y leer la revista del famoso crítico Leporello la ira le hizo empalidecer. Era un artículo desdeñoso, irónico, todo él traspirando amargura y malevolencia.

Además, se deslizaba en silencio bajo arcos de verdura apenas interrumpidos lo bastante para que el sol dejara pasar tal cual dorado, tembloroso rayo. Después de un momento de silencio, Pierrepont interpeló bruscamente a su compañera en ese tono, medio serio, medio irónico, que era de uso entre ellos. ¡Señora de Aymaret! ¡Mi querido amigo! ¿Sabe usted que quieren casarme? ¡Es natural!

Jaime subió a acompañar a su padre, y los dos prometidos, no obstante los esfuerzos de María Teresa para atraer a Juan a una conversación entre los tres, concluyeron por refugiarse en un rincón del salón. Entonces Juan tomó un libro y leyó a la claridad de una lámpara; pero pronto sucumbió a la irresistible tentación de mirar a los que el destino irónico ponía a su frente para torturarle.

Cuando me sienta cansado dijo orgullosamente Balzac, escribiré para el teatro. A lo que Alejandro Dumas repuso, irónico: Le aconsejo á usted empezar cuanto antes, querido amigo. El autor de Antony tenía razón.

Feli reía del Ingeniero, de sus pretensiones galantes y del mastín con faldas que le acompañaba. Es un hombre temible dijo Isidro con tono irónico . El terror del barrio... Y parece que le has dado golpe: tendré que vigilaros... Volviendo hacia lo alto del Rastro, asomáronse al patio de las Viejas Américas.

Y Aresti, siempre irónico y zumbón, se exaltaba hablando. Latía en sus palabras el odio á la influencia oculta que había truncado su vida, hiriéndolo en sus afectos de hombre pacífico, impidiéndole constituir una familia.

Lo que le llegaba al fondo del alma y le hería en lo más vivo era el tono irónico y fatuo que Velázquez adoptaba cuando se sacaba á cuento el tema de su matrimonio. Generalmente era Paca quien, en su afán de legalizar la situación de los amantes, lo ponía directa ó indirectamente sobre el tapete. Mira, Paca, no te subas al púlpito.

Por lo demás, ella estaba habituada. Es triste ser pobre, muy triste. ¡Desearía más bien morir! , doctor decía, dirigiéndose á su vecino, que parecía escuchar sus quejas con una afectación de interés un tanto irónico; , doctor, no es broma: querría más bien haber muerto. Sería una carga menos para todos.

Ni corto ni perezoso, Felipe fue el primero en tirarse a fondo con intrépida torpeza, que Amaury aprovechó para darle un bote y desarmarle, arrancándole de la mano el arma, que fue a parar buen trecho lejos de su dueño. Le hacía a usted algo más diestro, Felipe dijo Amaury con tono irónico, no exento de amargura, porque en el fondo le repugnaba aquella superioridad que no deseaba.

«La romántica» no existía para él. Cuando más, le dedicaba un bufido irónico al verla erguida en la puerta á la hora del atardecer contemplando el horizonte, ensangrentado por la muerte del sol, con un codo en el quicio y una mejilla en una mano, imitando la actitud de cierta dama blanca que había visto en un cromo esperando la llegada del caballero de los ensueños.