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Actualizado: 4 de mayo de 2025
De modo que tú encuentras que aquí la gente no es mala siguió diciendo Francisca con una recrudescencia de acritud. Pues se pasa la vida arañándose, mordiéndose, desgarrándose y devorándose. Hasta la vista, Francisca dije para cortar aquella inundación de invectivas... Sin el capitán Tronchet, no dirías todo eso... Puede ser respondió Francisca en un rasgo repentino de buen humor.
Pero si nos colocamos en otro punto de vista, y observamos la interminable sucesión de las cosas, entonces, la historia entera de la humanidad no es otra cosa, según la expresión de Heimholz, que una ola casi imperceptible en el mar sin límites del tiempo. #La inundación#
Y la vieja, con su supremo esfuerzo de voluntad, se decidió a abandonar su silla para ver la inundación. ¡Cuánta agua, Dios y señor nuestro!... ¡Qué de desgracias se contarán mañana! Esto debe ser castigo de Dios... un aviso por nuestros muchos pecados. Mientras los dos hombres oían a la vieja, Leonora iba de una parte a otra dando prisas a su doncella y a la hortelana.
Leonora no era la misma de la noche de la inundación. Pasado el encanto del peligro, la novedad de la aventura, lo extraordinario de aquella entrevista, trataba a Rafael con amistosa calma, como a uno de los muchos que en la vida habían girado en torno de ella.
Por todas partes un diluvio de armarios y una inundación de comodidades perfectamente inútiles... Antes del sobrado, hay una gran pieza abohardillada que es el dominio de Celestina y en la que las paredes están cubiertas de imágenes sagradas; hay hasta diecinueve San Antonios en diversas actitudes y ocho San Benitos; en cambio no hay más que un Sagrado Corazón, una sola Virgen y un San José.
No le preocupaba el peligro de una inundación. Era la suerte de las obras incompletas, y no la seguridad de las personas, lo que le hacía vivir en perpetua angustia.
Si bajaba agua de allá, la inundación sería cosa seria. Y los curiosos hacían esfuerzos al anochecer por adivinar el color de las aguas, temiendo verlas negruzcas, señal cierta de que venían de la otra provincia. Cerca de dos días duraba aquel diluvio. Cerró la noche y en la obscuridad sonaba lúgubre el mugido del río.
La inundacion general de toda esta comarca prueba el perfecto nivel de sus terrenos y la ausencia total de puntos culminantes entre las diversas corrientes: por todos lados no se ve mas que agua; pero sucede muchas veces que no hay la suficiente para poder bogar, siendo entónces forzoso arrastrar las canoas.
En vano Cupido pretendía distraerla haciendo chistes sobre la inundación. Mira, tía, este caballero es el hijo de tu amiga doña Bernarda. Ha venido embarcado para prestarnos auxilio. Es muy bueno, ¿verdad? La vieja parecía imbécil por el terror. Miraba con ojos sin expresión a los recién llegados, como si hubieran estado allí toda su vida. Por fin pareció enterarse de lo que le decían.
El famoso testamento de Carlos II, llamando al trono español un Príncipe francés, fué también la sentencia de muerte del teatro nacional español, primero por su consecuencia inmediata, que fué la guerra de sucesión de doce años, obstáculo inmediato y externo, que se opuso á la prosperidad del teatro, y luego, y por efecto del reinado de la dinastía francesa, por una inundación de ideas nuevas, completamente extrañas al carácter español, y, como su acompañamiento, los absurdos y prosáicos preceptos literarios de la escuela de Boileau, que se entronizaron aquende los Pirineos.
Palabra del Dia
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