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Actualizado: 28 de junio de 2025
Y continuó soltando infamias contra la novia de Rafael, sin que éste se inmutase. El aperador deseaba verla así; sentíase de este modo más fuerte para resistir a la tentación. La Marquesita, completamente ebria, insistía en sus insultos con la ferocidad de la mujer despreciada, pero sin separarse de él. ¡Cobarde! ¿Es que no te gusto?...
Sin tacha en su conducta; sin límite para hacer el bien. Despreció las riquezas y el poder mundano, arrostró con serenidad las privaciones, los insultos, los tormentos, y por fin una muerte afrentosa. ¿Cuál es su doctrina? Sublime cual no cupiera jamas en mente humana; tan pura en su moral, que le han hecho justicia sus mas violentos enemigos. ¿Qué cambio social produjo este Hombre?
Cuando el diputado estaba solo en Madrid, libre, como en su época de soltero, el recuerdo de Leonora surgía en su memoria con entera libertad, sin aquella coacción que parecía turbarle allá abajo, en el ambiente de la familia. ¿Qué sería de ella? ¿A qué locuras se habría entregado después de aquel rompimiento que aún hacía enrojecer a Rafael, como si en su oído murmurasen atroces insultos?
Habían traído a bordo los Diálogos de amor de León Hebreo, a quien Morsamor quedó muy aficionado desde que logró salvarle de los insultos de la plebe. A veces leían en dichos Diálogos y luego los comentaban. Y eran tan atinadas y profundas las ilustraciones de donna Olimpia que, si se hubiesen conservado y reunido en un volumen, formarían hoy la Filosofía de amor más interesante y sublime.
Armada de este desdén como de una coraza que la naturaleza piadosa colocara en su corazón escuchaba los insultos de su marido sin pestañear y seguía ejecutando lo que tenía entre manos con la misma calma que si oyese el ruido de la mar. Tristán comenzó a padecer del estómago. Sus digestiones se hicieron penosas, contribuyendo esto a exacerbar aún más su mal humor.
Pero esto es poesía: es lo que debe ser, pero no lo que será. Las grandes potencias de Europa seguirán dejando á España en completo abandono. ¿Qué recurso nos queda, sin acudir al más arrogante y peligroso de los extremos? Pues el recurso que nos queda es disimular los insultos agravios y aceptar los buenos oficios del gobierno de los Estados Unidos, si dicho gobierno los ofrece.
Con esta noticia juzgó inutil y arriesgado seguir su empeño, y determinó retroceder hasta las Balzas de Juliaca, para atender no solo á los insultos que se intentasen contra su provincia, sino tambien para mantener en la fidelidad á los indios de aquel pueblo, y á los de Caracoto, Cabana y otros, que se mantenian, aun por el Rey.
Si mi mujer puede creer que soy en realidad espía... ¡Qué estúpida eres! ¡Qué idiota! Vamos, ¿quieres acabar con tus insultos? protestó ella . ¡Tú haces las porquerías, y luego soy yo la responsable! Krilov se puso aún más furioso. ¿Qué porquerías? ¿Crees que soy espía, pues? Di: ¿soy espía, o no lo soy? ¿Como quieres que yo lo sepa? ¡Puede que sí!
Los fuertes payeses sujetaron fácilmente con sólo una mano al enfermizo muchacho, pero éste, incapaz de moverse, desahogó su rabia tendiendo un puño hacia el camino, mientras las amenazas e insultos salían a borbotones de su boca. Estaba, sin duda, contando a los amigos lo ocurrido en la noche anterior, cuando apareció Febrer. Adivinaba éste en las voces chillonas las amenazas del Cantó.
Hasta se echó varias veces la escopeta á la cara, queriendo disparar los dos tiros contra las ventanillas de la cambra, deteniéndole únicamente el miedo á quedar desarmado. Su cólera iba en aumento: rugía los insultos; sus ojos inyectados ya no podían ver; se tambaleaba como si estuviera ebrio.
Palabra del Dia
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