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Actualizado: 28 de junio de 2025


Entonces esto que creyeron que iba á ser la muerte fué precisamente su salvación. Moribundos hay que vuelven á la salud merced á ciertos medicamentos fuertes. Tantos sufrimientos se colmaron con los insultos, y el aletargado espíritu volvió á la vida.

El obrero, el estudiante, el cachifo de media calle que tiene que vengarse del policiano, como el aspirante, del Presidente o de un Ministro, tienen en las paredes su prensa libre. A veces la ortografía padece, y en la forma de la letra se descubre la ruda mano de un hombre del pueblo. ¡Pero qué lujo de expresiones, qué cantidad de insultos!

Así lo hizo con gusto, porque los insultos repetidos iban ya alterando sus nervios y temía que al fin se desbocasen y le impeliesen á poner la mano en el viejo. Cuando se vió en la calle respiró libremente y se dirigió sin vacilar á casa de Mercedes. La cita amorosa con aquella muchacha iba adquiriendo en su imaginación un atractivo que nunca hubiera pensado.

Cubierta la nueva línea con cuatro guardias, y obligando á los poseedores hagan sus establecimientos en los intermedios de aquellas, y tengan necesariamente en su estancia cuatro armas de chispa è igual número de blancas, quedará no todo resguardada de los insultos de los infieles tan hermosa campaña, sino que se les arrojará insensiblemente del otro lado del Tandil.

Todas las mañanas, en efecto, al entrar las operarias en los talleres, al encontrarse en el camino, solían, urbanas y rurales, invectivarse ásperamente y dirigirse homéricos insultos, ni más ni menos que si fuesen las avanzadillas de los dos partidos enemigos que presto iban a encender la guerra civil. ¡Vaya, que es buen madrugar de Dios, hijas! ¿Venides a caballo del Sol?

Sólo Lola Madariaga, que se enorgullecía de ser muy caritativa y era presidenta, secretaria y tesorera de tres sociedades de beneficencia, respectivamente, fué la única que se aventuró a hablar con ellos y aun esparció algunas monedas de plata. Pero de la oscuridad partieron al cabo frases obscenas, algunos insultos que la obligaron a retirarse.

La vieja Alcaparrona, al ver al aperador, se reanimó, brillando en sus ojuelos el fuego del odio. Encontraba, al fin, alguien a quien hacer responsable de su desgracia. ¿Eres , ladrón? ¡Ya estarás contento, aperaor farso! ¡Mira ahí a la pobresita que has matao! Rafael contestó de mal talante. Menos palabras e insultos, tía bruja. En lo de aquella noche, tuvo usté más curpa que yo.

Pasaban el tiempo discutiendo acaloradamente, cambiando insultos y buscándose á continuación, como si no pudieran vivir el uno sin el otro. Este no se batía por la libertad de tales ó cuales pueblos. Tenía la vista larga: no era miope y egoísta, como su amigo «el catalán». Daba su sangre por que el mundo entero fuese libre y desapareciesen todas las monarquías.

La sensibilidad, la cualidad por excelencia del Indio, fué herida, y si paciencia tuvo para sufrir y morir al pie de una bandera extranjera, no la tuvo cuando aquel, por quien moría, le pagaba su sacrificio con insultos y sandeces. Entonces examinóse poco á poco, y conoció su desgracia.

Gallardo, vuelto de espaldas a estas protestas, saludaba con la muleta y la espada a sus entusiastas. Los insultos del populacho, que siempre había sido su amigo, le dolían, haciéndole cerrar los puños. Pero ¿qué quié esa gente? El toro no daba más de . ¡Mardita sea! Esto son cosas de los enemigos.

Palabra del Dia

vorsado

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