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Actualizado: 17 de julio de 2025
Pues nosotros, insistió el mayor de los niños, aprendemos á manejar el arco para matar escoceses, y no franceses ni españoles, porque aquéllos fueron los que cortaron los dedos á nuestro padre, para que no pudiera volver á manejar su arco. Muy cierto es eso, dijo una voz sonora detrás de los caminantes.
No, abajo replicó él avanzando hacia la puerta. Como usted quiera... pero yo no tengo ganas. No me traiga usted nada. Estoy... así, vamos, no sé cómo. Tome usted algo... ha cogido usted frío y le conviene entrar en reacción. No... aún si usted almorzase aquí, me animaría tal vez , insistió ella con tenacidad de niña voluntariosa.
Son un gran pueblo, ¡el primero del mundo!... Y con impulsiva exageración, insistió en proclamar la grandeza alemana y su espíritu inventivo, como si le correspondiese una parte de esta gloria mecánica y destructora.
Pero Ricardo insistió en sus signos negativos y dijo al fin: Vendré á visitarla cuando viva en otra casa y esté presente su esposo. Ahora no puedo. Y se alejó sin volver el rostro, mientras ella iba pasando de la sorpresa á la cólera, cerrando finalmente su ventana con violencia.
Nosotros no podemos vivir ya con mis padres. Aunque sea en una buhardilla viviremos si es preciso. ¡En casa, nunca! ¡Oh, qué orgullosita! exclamó él pellizcándola. ¿Y por qué, si yo no me doy por ofendido? Porque yo no quiero, y basta replicó ella con firmeza. Mario se había acostumbrado a obedecerla y no le iba mal. Así que no insistió.
¡Cómo se conoce, ¿eh? que somos hijos del país!... insistió Melchor socarronamente. ¿Por qué? preguntaron Lorenzo y Ricardo. ¿Por qué? ¡Pues por el afán de quejarnos... «sin motivo»! Eso se explica y constituye una fuerza social, porque revela el deseo de alcanzar un mayor grado de progreso.
Paz inclinó de nuevo la majestuosa cabeza en señal de aprobación. ¿Y nada más? Ser buena y.... ¿Y qué? insistió Salomé, amostazada por el juicio y discreción que había mostrado la examinada en las cuestiones anteriores ¿Y qué más? ¿No se le ha ocurrido á usted alguna cosa para lo porvenir? ¿No ha esperado usted verse en otra posición, en otro estado del que hoy tiene?
¿Dónde?... viejo... preguntó asombrada Ramona, sin obtener contestación. Arrímese, Anastasio insistió Baldomero, mire que vale más llegar a tiempo que andar rondando un año. Así... dicen... contestó Anastasio, sin moverse de su sitio y castigando al suelo con la punta de su lonja.
Pero Raquel insistió, y volviendo a su tono persuasivo, suave, le pidió que al menos postergara el casamiento hasta una semana más. Que no sea este lunes que viene, sino el otro. ¿El otro lunes? Sí, no te pido más. Tú quieres ganar tiempo. Postergarlo hasta una semana... Te lo suplico. No, si el casamiento se postergara tres días, nada más que tres días, tal vez ya no me casaría, estoy segura.
En cuanto a Emma, tampoco insistió mucho en contrariar el deseo de su esposo. Y fue porque se le ocurrió que detrás de la emancipación del otro vendría la suya. En efecto, a los tres meses de haber prescindido de la presencia de Bonifacio, Emma consiguió que se prescindiera también de la suya.
Palabra del Dia
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