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Actualizado: 29 de noviembre de 2025
También le hicieron algunos regalos; un pequeño crucifijo de marfil, un libro de oraciones y un cuadrito que representaba la Degollación de los Inocentes, artísticamente ejecutado en pergamino.
Varias veces examinó el general a Pepito; en más de una ocasión le hizo preguntas, al parecer inocentes, en realidad encaminadas a ver el cauce por donde iban sus inclinaciones; y siempre quedó, aparte pasión de abuelo, que es padre doble, maravillado del instinto con que se asimilaba cuanto trascendiese a hombría de bien y sentimiento de justicia.
Maximiliano buscaba una fórmula para pedirle perdón sin menoscabo de su dignidad de señorito. Sentíase con impulsos de protección hacia ella. Verdad que habían jugado juntos; que el año anterior, a pesar de la diferencia de edades, eran tan niños el uno como el otro, y se entretenían en enredos inocentes. Pero ya las cosas habían cambiado.
El espectáculo de ese mundo tan joven é indefenso, aquellos pobres cuerpos de niños, de inocentes y lindas mujeres sin abrigo, todo esto sólo le inspira una idea mercantil, triste es decirlo, la idea de trocarlos en esclavos.
Vivirás al amparo de la única persona que tiene derecho a mandar en ti; serás libre, disfrutarás de los goces inocentes, de los nobles placeres de la Naturaleza; podrás mirar al cielo, admirar las obras de Dios, podrás ser buena sin hipocresía, alegre sin desenfado, vivir rodeada de personas que te adoren, y con la conciencia en paz y tranquila.
Repetidas veces sacó Maximiliano a relucir el caso de la deshonra de ella, por ser muy importante este punto en el plan de regeneración. El inspirado y entusiasta mancebo hacía hincapié en lo malos que son los señoritos y en la necesidad de una ley a la inglesa que proteja a las muchachas inocentes contra los seductores. Fortunata no entendía palotada de estas leyes.
No está mal que usted ame lo que quiera dijo ésta. Lo malo que hay es que ese amor de usted cuesta muchas lágrimas a algunas criaturas inocentes. ¡Es la ley de la vida! repuso el seductor alzando los hombros con resignación y sacudiendo la ceniza del cigarro con su dedo meñique cubierto de sortijas.
4 Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él perfumes a dioses ajenos, los cuales no habían ellos conocido, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes; 6 Por tanto, he aquí vienen días, dijo el SE
Y vean, vean ustedes; con una de estas piedrecitas azules que parecen tan inocentes é inofensivas, puras como arenillas desprendidas de la bóveda del cielo, con una como ésta, regalada oportunamente, un hombre ha podido desterrar á su enemigo, á un padre de familias, como perturbador del pueblo... y con otra piedrecita igual á ésta, roja como la sangre del corazon, como el sentimiento de la venganza y brillante como las lágrimas de los huérfanos, se le ha dado la libertad, el hombre ha sido vuelto al hogar, el padre á sus hijos, el esposo á la esposa y se ha salvado quizás á toda una familia de un desgraciado porvenir.
El poeta nos lleva en seguida á la casa solariega de los Benavides, y nos representa los inocentes solaces de Sancho y de Sol, dos jóvenes campesinos, que, si bien todavía casi niños, se profesan inclinación amorosa. Esta escena es encantadora y de las mejores de nuestro poeta.
Palabra del Dia
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