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Actualizado: 23 de octubre de 2025
Bah, ¿qué quebraderos de cabeza quieres que tenga en esta aldea? respondió Cecilia poniéndose colorada, y retirando el rostro. Puedes tenerlo en Sarrió. ¿Y había de ser tan ingrato que no viniera a verme en los meses que hace que aquí estamos?... Ya te he dicho que yo me quedo para vestir santos añadió sonriendo. No puede ser eso replicó con calor el joven, ¡no puede ser!
Respondió el Rey, que advirtiesen que la resolucion que habian tomado de salir de Sicilia aunque le estaba bien para su conservacion, no para su fama, porque muchos podrian entender que su salida era trazada por su órden, para quedar libre de sus obligaciones; y que eran de tal calidad las que él reconocia, que por este medio no se podia librar de ellas sin conocida nota de ingrato.
Ya no espero vencer en el combate: ¿qué fuerza habrá que á combatir me obligue? Si es que merezco tal rigor, lo acato; quede vengado el crímen cometido: si es injusto placer de un Dios ingrato, goce en mi mal; ni compasion le pido.
La niña separó un poco las manos, y dejó escapar con cierta entonación colérica, pero adorable, estas palabras, que fueron cortadas inmediatamente por los sollozos: ¡Soñabas la verdad, ingrato! El marqués de Peñalta, loco, perdido, queriendo salírsele el alma por la boca, la estrechó entre sus brazos, sin poder articular una palabra.
¡Pues ya lo creo! dijo con el entusiasmo de un poeta el padre Ambrosio; mi vida era triste, llena de sufrimientos, llena de recuerdos, combatida por pasiones que había exacerbado la desgracia, y... si hace diez años, no hubiera encontrado a mi paso a esa niña que se arrastraba sobre sus manecitas en los corredores de la casa de vecindad donde me había llevado a vivir mi pobreza... Yo lo había perdido todo; parientes, amigos, afectos, hasta la paz de mi celda, de la cual me arrojaron las necesidades de la nación... la planta marchita y enferma que vegeta sobre un terreno ingrato, siente con delicia, y parece reanimarse al soplo de las auras de la mañana.
Pues ¿cómo te atreves, ingrato, a sostener que eres pobre? Don Braulio, que iba sentado en la bigotera, al oír tan cariñosas frases en tan linda boca no pudo contener la emoción; se le saltaron las lágrimas y, tomando la mano de su mujer, la besó fervorosamente. Doña Beatriz sintió en su mano una lágrima, que cayó sobre ella al dar el beso don Braulio.
El ingrato corzo, alimentado con leche recién ordeñada como el hijo de un caballero y renuevos tiernos de zarzamoras que la niña iba recogiendo todo el día por los caminos, agasajado y mimado como ningún infante lo fuera, pues hasta se le dió derecho de dormir en la misma cama que ella, ¡quién lo diría! se huyó una tarde á los montes y no volvió á parecer más.
Fuí vendida, es cierto; pero amé con toda mi alma al dueño que me compró, y el ingrato ahora me abandona por una muger de linage, porque el profeta le autoriza á tener á un tiempo mugeres y esclavas ; y no contento con arrancarme un corazon que la ley natural habia ya hecho todo mio, me vende á un hombre que aborrezco pudiéndome tener consigo !
Yo me veía acosado por todas partes, me trataban todos aquí con acritud ó menosprecio. Usted sola alzó la voz, y la ha alzado varias veces después en favor mío, para decir que no era yo tan malo como creían. ¿cree usted que yo he olvidado, que podría, olvidar eso? No, señora. Yo seré todo lo que quieran; pero no soy ingrato.
La causa apenas yo misma la sé: sé tan solo que perdí el corazon de mi marido, y que el ingrato juró que me repudiaba. Cuatro meses hace que pronunciando él su juramento, me cubrí con este velo y me retiré á ese aposento.
Palabra del Dia
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