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Actualizado: 3 de julio de 2025
Yo dejaría entonces á otro el orgullo de quererte y hacerte feliz; pero esto no es posible. Tu situación es tan desesperada, que quiero salvarte á pasar tuyo, arrostrando hasta tu ingratitud, que es lo que más temo. Si me ves aquí, es porque nadie existe en esta casa que pueda ampararte. Bien: yo lo agradezco, señor caballero; pero déjeme usted. ¡Ay! Si Lázaro sabe que ha estado usted aquí....
Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe; conociendo que la variedad de las estaciones depende del sol, conocemos una verdad, porque en efecto es así; conociendo que el respeto á los padres, la obediencia á las leyes, la buena fe en los contratos, la fidelidad con los amigos, son virtudes, conocemos la verdad; así como caeríamos en error, pensando que la perfidia, la ingratitud, la injusticia, la destemplanza, son causas buenas y laudables.
Era inteligente y listo, pero no tenía más que veintitrés años. Era tímido y estaba muy enamorado, circunstancia que no le despejaba la mente, pero que sería una ingratitud de mi parte, el criticarla. Al día siguiente volvió sin su madre y trató de conversar conmigo. ¿Sentís, señorita, que se haya terminado la temporada de los bailes? Sí le respondí en un tono tan brusco como el de Susana.
Si, en su negra ingratitud, no quiere seguir los consejos de su madre, tan llena de ternura que se inquieta sólo por él, que pasa las noches cavilando y atormentándose... Y se frotó los ojos con su delantal, como si hubieran estado llenos de lágrimas. ¡Pero Enriqueta! volvió a decir él. ¡Adalberto, no me contradigas!
¡Qué ingratitud, Señor!... ¡Oh mundo... oh miseria!... Afrenta de Dios es hacer bien... Dir nosotros luejos... dirnos, amri... Dispreciar ti mondo malo. Dios ve los corazones de todos; el mío también lo ve... Véalo, Señor de los cielos y la tierra, véalo pronto».
Maltrana añadió, después de una breve pausa: También existe otro embuste legendario: la muerte de Colón en Valladolid, en plena miseria, pobre víctima de la ingratitud del rey Fernando. ¿Qué más podía hacer éste por él? El antiguo vagabundo era Almirante, cargo el más honorífico de la nación, pues lo había creado un monarca para uno de sus tíos.
M. Arago. Ingratitud. Caridad española. El Archipiélago de Marianas lo compone una cordillera de islas, enclavadas en el gran Océano Pacfico. Corren de Sur á Norte, desde la principal llamada Guajan, residencia del Gobernador y demás autoridades.
Rechazada por la familia que había sustentado en días tristísimos de miseria y dolores sin cuento, no tardó en rehacerse de la profunda turbación que ingratitud tan notoria le produjo; su conciencia le dio inefables consuelos: miró la vida desde la altura en que su desprecio de la humana vanidad la ponía; vio en ridícula pequeñez a los seres que la rodeaban, y su espíritu se hizo fuerte y grande.
El Barón casi dejó de admirarme como hermosa, a fin de quererme, de atenderme y de servirme como buena. No soy yo alegre y regocijada por mera y espontánea energía de mi espíritu. Lo he sido y lo soy también porque me impongo, porque me decreto la alegría. Las cosas no pueden estar mejor de lo que están. Me parecería ingratitud para con Dios, si yo me quejase.
El padre indignado, mientras vivió, de la ingratitud del hijo, no quería oír su nombre; pero el ciego le guardaba todavía mucho cariño; no podía menos de recordar que aquel hermano, mayor que él, había sido su sostén en la niñez, el defensor de su debilidad contra los ataques de los demás chicos, y que siempre le hablaba con dulzura.
Palabra del Dia
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