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Actualizado: 3 de julio de 2025
Estos odiosos trances por que han pasado cuantos escritores llegaron al teatro antes de haber conquistado en el libro ó en la Prensa un nombre respetable, constituyen los prolegómenos nada más que los prolegómenos de lo que propiamente podría llamarse «el dolor de estrenar»; Gólgota durísimo, Calvario de ingratitud, al que ningún autor, ni aun los privilegiados, puede estar nunca completamente seguro de haber subido.
Pues yo me alegraría... me alegro... os tendré preso algún tiempo sólo por haceros rabiar, en cambio de lo que vos me hacéis sufrir. ¡Ingratitud inaudita! os saco de vuestra cansada vida, os hago mujer, os desentierro, os hago probar el divino fuego del amor y me aborrecéis. No os creía yo mala.
Luego que el Duque supo que los Catalanes se querian defender, hizo grandes juntas de gente, así de naturales, como de extrañas, para echarles por fuerza de su estado, pudiéndolo hacer con menos gasto, menos peligro, y menos nota de su ingratitud, si les despidiera dándoles las pagas que tan bien habian merecido.
La ingratitud del terreno la suplen ventajosamente los vecinos de Lucban con su industria y trabajo, pues aunque el natural de esta provincia es laborioso, ninguno llega á aquellos; ellos van hasta Mambulao á cambiar sus productos por oro; van á Polillo por balate, concha y cera; en fin, son los chinos de la provincia, agenciando con el comercio lo que les niega la naturaleza.
Stein sonrió amargamente. ¡Ventajas, señor duque! ¿No ha sobrepujado la fortuna todas las esperanzas que pudo haber soñado vuestro pobre compañero de viaje? Me confundís dijo el duque . ¿Es capricho? ¿Es un rapto de locura? Stein callaba. De todos modos añadió el duque , es una ingratitud.
Cuando todos hubieron salido, usted se arrodilló para besar esa mano. ¡Y ahora qué fría está! ¡Usted le había jurado fidelidad eterna hasta la muerte! ¡Bésela, pues, caballero fiel! El conde, inmóvil, rígido y más frío que el cadáver que tenía enfrente, expió en un minuto tres años de dicha ilegítima. En esto trajeron al duque que también pagaba, y bien caro, una vida de egoísmo y de ingratitud.
El padre indignado, mientras vivió, de la ingratitud del hijo, no quería oír su nombre; pero el ciego le guardaba todavía mucho cariño; no podía menos de recordar que aquel hermano, mayor que él, había sido su sostén en la niñez, el defensor de su debilidad contra los ataques de los demás chicos, y que siempre le hablaba con dulzura.
Castro, irritado por tal actitud, contestó sin vacilar: Es un disparate, y no quiero. Siguió la inmovilidad del príncipe ante esta negativa, pero Atilio creyó adivinar sus ideas en la mirada hostil fija en él. Le acusaba de ingratitud al verse abandonado.
Y no menos alabanza piden la lenidad, la dulzura y el espíritu de conciliación con que el general Martínez Campos, durante todo el tiempo que ha mandado en la isla, ha tratado á los diferentes partidos políticos que en ella hay, sin excluir á los que llenos de imperdonable ingratitud hacia la metrópoli y ciegos por ambición ó por falso y torcido amor al suelo natal, anhelan y buscan la separación de Cuba y de España.
Lo contrario, el no ganar nada por ellos o el disiparlos malamente, es una ingratitud y un abuso de confianza. Goethe supo cumplir con este deber que sus prendas intelectuales requerían.
Palabra del Dia
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