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Actualizado: 9 de julio de 2025
Tornó a rechazarla por medio de un sin número de juiciosas reflexiones. A los pocos días volvió a colársele en el magín más risueña y deslumbradora que antes. Trabose entonces una verdadera batalla en el ánimo de nuestro indiano, de cuyas resultas andaba inquieto, silencioso y desvelado, sin ganas de comer, vagando por los caminos hasta bien entrada la noche.
Esto llegó al corazón del indiano, que expresó su contento con un silbido especial, dándose al mismo tiempo fuertes palmadas en las rodillas. Voy a llamarla para darle la noticia... No andará muy lejos la muy pícara... De seguro que ya sabe lo que estamos hablando... ¡Las coge al vuelo!
Pronto vino en cuenta de su error. El indiano, aunque tuviese dinero, ni lo mostraba. Largos seis meses lo tuvo de huésped en casa, haciendo por obsequiarle no pocos sacrificios, sin obtener más recompensa que algunos livianos regalos a las chicas y a Rafael.
Y volviendo a clavarle sus ojos irritados, amenazadores, le gritó con rabia: ¿Qué hace usted ahí plantado? ¡Salga usted inmediatamente! ¡Salga usted! ¡salga usted! repitió con grito cada vez más alto. Pero cuando el indiano retrocedía ya hacia la puerta ella se lanza de pronto fuera, sale disparada por los pasillos y, al llegar cerca de la escalera, cae atacada de un síncope.
El aldeano se asomó a la caja de la escalera y gritó: Ángela, di a Rosa que venga en seguida... Está en la huerta escogiendo avellana... La fisonomía del indiano se nubló al pensar que iba a encontrarse frente a la joven. Por primera vez se le ocurrió que podía ser desairado. No tardó en presentarse Rosa. ¿Qué me quería, padre?
El final del capítulo traspasa ya los lindes de lo bello, y empieza a rayar en los de lo sublime. Lo más débil de La Puchera es, a mi juicio, la historia de Inés, del seminarista y del indiano.
Semejantes en todo a las simples imaginaciones humanas que los crearon, estos dioses son arrieros también y llevan tras de ellos recuas silenciosas de llamas cargadas con ricos fardos de coca, la ambrosía del paladar indiano.
¿Espejo y despejo? ¡Bueno! Ya con cuidado me habláis, 1325 Porque en efeto os parezco Mujer que os puedo entender. Pues yo os prometo que puedo; Pero el estar enseñada Á oir vocablos groseros 1330 De un indiano miserable: «Vé por esto, vuelve presto, Esto guisa, aquello deja, ¿Limpiaste aquel ferreruelo? Vé por nieve, trae carbón, 1335 Esto está sin sal, aquello Sin agrio, llama á ese esclavo,
La parte de las montañas, que están al este, y mas inmediatas al mar, se llama por los españoles Volcan, por error ó corrupcion del nombre indiano Vuulcan, teniendo al sur una abertura muy grande, que es lo que significa Vuulcan en la lengua moluca. No hay volcanes, aunque la palabra española manifiesta haberlos en este país.
En nuestra edad lo maravilloso existe lo mismo que en las pasadas, sólo que los ángeles han variado de nombre y figura, y no entran nunca por el agujero de la llave. Lo extraordinario que a mis queridos amigos sorprendió en su soledad, fue una carta de Agustín Caballero. Uno y otro creyeron que el propio fantasma del generoso indiano se les ponía delante.
Palabra del Dia
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