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Actualizado: 9 de junio de 2025


Hará un año próximamente que un indiano rico llamado Arizmendi, y que dicen que ha sido pirata... yo no lo , relata refero, llegó al pueblo. Como digo, este señor le preguntó al párroco: ¿Qué profesor de música le podría yo poner a mi chico? El mejor, José Cacochipi contestó el cura. Le hablaron a Cracasch y éste se encogió de hombros y dijo que bueno.

Después que él partió estuvo algunos días enferma y aunque mucho trabajó sobre misma para vencer la tristeza, no pudo conseguir que dejase de ser observada y comentada. Pero transcurrieron los meses y se fue olvidando su abortada aventura. Ella misma vivía ya tranquila sin pensar más en el indiano cuando una tarde le entregó el cartero una carta de Guatemala.

Both are given sufficient elements of good to dismiss them at the close with the partial realization of their desires. One character particularly local to Spanish literature is the Indiano. In general usage the term is applied to those who enter Spain, coming from the Latin-American countries, though properly it should include perhaps only natives of the West Indies.

El indiano sacó la petaca: la gentil heredera tomó de ella una breva, le arrancó con sus dientes etiópicos la punta y pidió por señas un fósforo. Granate se lo ofreció encendido, sacudiendo al mismo tiempo la cabeza en señal de disgusto. Cuando hubo dado dos o tres chupadas, puso un gesto avinagrado y exclamó: ¡Qué cigarros tan infames! Mira, fúmatelo . Y se lo puso en la boca.

La gente está en el bosque. Dígale usted a la gente que me río de ella respondió Fernanda con gesto furioso que hizo sonreír al muchacho. ¿ no conoces la casa? añadió bajando la voz y dirigiéndose a D. Santos. Pues voy a enseñártela toda. Verás. Subieron la mohosa y estropeada escalera. Fernanda, sin cerrar boca, fue recorriendo todas las habitaciones del caserón y mostrándolas al indiano.

¿Me quieres mucho? ¡Casi na! dijo el indiano con acento picarón. Pues vas a ser feliz un momento. Mira, te voy a permitir que me des un beso... uno solo, ¿lo entiendes? Pero me has de jurar que no lo ha de saber nadie... El indiano hizo un juramento espantoso. Bueno, basta. Ahora, dame el beso aquí en la sien.

Al caer se lastimó también en la cabeza con uno de los cortes del escaño. Rosa abrió azorada la puerta y salió corriendo, sin saber adónde. Cuando volvió, al cabo de una hora de vagar por los caminos, halló a la familia ocupada en prodigar cuidados al descalabrado indiano: Tomás aplicándole paños de vino y romero; Ángela haciendo tila para quitarle el susto.

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