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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Deseo hacerte comprender las vacilaciones de mi espíritu, y de qué suerte, con incesantes alternativas, paso de la tranquilidad apacible al dolor desesperado. Nunca engañé, ni ofendí, ni robé, ni herí a nadie. En nada de esto pequé ni tengo de qué arrepentirme. En ocasiones, la fe perdida renace en mí.
El mar tranquilo, sin más alteración que algunas leves ondulaciones, mugía sordamente en el horizonte, formando una línea de espumas. Debía ser una barrera de obstáculos submarinos, en torno á los cuales se revolvían las aguas, hirviendo en incesantes espumarajos. El ingeniero remó directamente hacia estos escollos, adivinando que eran las crestas de invisibles murallas formadas por el coral.
Ni la plática afectuosa y elocuente del penitenciario, ni las bromas incesantes de Manuel Antonio mientras tomaban el desayuno, ni las caricias de Jovita, ni la alegría afectada, ruidosa, de su padre lograban sacarla de su extraña distracción. Clareaba el día, un día triste, nublado, que se filtraba melancólicamente por los cristales.
El español belicoso tenía como medio seguro de abrirse paso las guerras incesantes en diversos territorios de Europa y el embarcarse para las Américas, siempre necesitadas de hombres valerosos. Además, la religión daba con frecuencia espectáculos emocionantes, en los cuales sentíase el escalofrío que proporciona el peligro ajeno y se ganaban indulgencias para el alma.
La charla de sus labios infantiles, suave como el gorjeo de un pájaro; el canto un poco ronco, pero aun más tierno, por eso mismo, de su padre, al dormirla entre los brazos; los sueños, las frescas carcajadas de la adolescencia, el hermoso sol de las mañanas de abril que la bañaba en su cuarto, las caricias incesantes de su madre, el calor del hogar en suma, ese calor que no se compra con los tesoros de la tierra, todo quedaba detrás de ella impreso en las paredes, empapado en los muebles. ¡Y ella lo dejaba sin lágrimas!
Y daba con los nudillos en el muro de acero, sordo, durísimo, semejante a un bloque inmenso, tras el cual era difícil imaginarse la más leve oquedad. El extremo del árbol, que en sus incesantes vueltas se perdía al final del túnel, les inspiraba no menos admiración. Ni un ruido, ni el más leve roce.
En la dichosa época de que usted habla, los prejuicios eran tales, que los padres no se atrevían a desarrollar en sus hijas una de las más puras pasiones de un gran corazón, el amor a la belleza... Entonces existían muchas mujeres para las cuales la cultura de la inteligencia y la generosidad del alma eran causas incesantes de lucha y de discordia con sus maridos...
Los australianos, que temían que se les escapara su presa, no cejaban, a pesar de los incesantes disparos de Hans y de Cornelio. Adelantábanse, aunque lentamente, blandiendo las azagayas, las hachas y los bomerang, vociferando como locos y prorrumpiendo en aullidos feroces cada vez que uno de ellos caía a tierra, muerto o herido por un disparo.
Desde el primer momento se confesó autora y única responsable de la fuga: el excusador ninguna culpa había tenido en ella; sólo había cedido a acompañarla después de incesantes ruegos y valiéndose del ardid de los malos tratos en su casa.
Ello es que el Sultán Alamar quería casar al príncipe su hijo con una infanta de Fez para afirmar con tal alianza el imperio muslímico en España, y poder, con la ayuda de las cabilas africanas, rechazar a los cristianos, que a más andar le venían invadiendo y ocupando su territorio, como las olas incesantes de un mar ambicioso e insaciable.
Palabra del Dia
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