Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 30 de junio de 2025
Pudo Selim II dejar á los de Granada comprometidos, sin mas apoyo que el que les mandó el rey de Argel; pero de todos modos el rey católico obró con cordura y como agente providencial al dar una importancia máxima á aquella insurreccion, puesto que era un anuncio de la grande amenaza que al año siguiente le iba á arrastrar á un combate glorioso contra el turco, y porque contra ella iba á ensayar su militar pericia el glorioso jóven destinado á hundir la arrogancia de la media luna en las aguas de Lepanto.
Finalmente: varias veces, al hundir sus dedos en los desordenados rizos de Carola, había sorprendido mechones de canas ocultas en lo más recóndito del moño. ¡Terrible descubrimiento! En un principio Carola le pareció apropiada a su edad y estado de conservación; pero luego se le antojó algo entrada en años. ¡Cuánto más intensas hubieran sido aquellas dulzuras compartidas con una querida joven!
Entonces se cubrirán de gloria los hombres de corazón recto; los leales y patriotas lucharán contra una plebe desenfrenada; lucharán por el derecho, por Dios y por el Rey; vivirán eternamente en la memoria de todos, y sus nombres serán en lo venidero un emblema de justicia y de honradez. Estos son los héroes, Lázaro; éstos. Lázaro se acabó de hundir.
27 Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Confiad, YO SOY; no tengáis miedo. 28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose a hundir, dio voces, diciendo: Señor, sálvame.
"No hará la mar tal cosa, que lo tengo yo eso por muy apurado me respondió ; fuera de que yo tengo pensada una invención para hundir la mar por aquella parte doce estados." No le osé replicar, de miedo que me dijese que tenía arbitrio para tirar el cielo acá abajo: no vi en mi vida tan gran orate.
Me voy me dijo riendo, con la risa que ya le conocía cuando afrontaba un flirt. ¡Un solo momento! le dije. ¡Ni uno más! me respondió alejándose ya y negando con la mano. ¿Qué me quedaba por hacer? Nada, a no ser tragar el papelito húmedo, hundir la boca en el hueco que había dejado su rodilla, y estrellar el sillón contra la pared. Y estrellarme en seguida yo mismo contra un espejo, por imbécil.
El doctor y Petrov callaban; Pomerantzev se divertía en hundir los pies entre las hojas secas, y miraba a cada instante atrás, para ver si quedaban huellas. Charlaba acerca del otoño en Crimea, aunque él no había estado allí nunca; acerca de la caza, que no conocía, y acerca de otras muchas cosas incoherentes, pero divertidas y no desprovistas de interés. ¡Sentémonos! propuso el doctor.
Nada mas grandioso que ese monumento de cúpula fulgurante, que brilla al rayo del sol como una inmensa joya suspendida en el éter. Al mirarla se siente uno lleno de admiracion por la grandiosa sencillez que le quiso dar el genio oriental ó morisco. Aquel arcángel aéreo de bronce dorado que corona la cúpula y gira como una veleta, tiene no sé qué de celeste que provoca á escalar la altura para hundir la mirada alternativamente en el cielo y en el mar de casas resplandecientes y de campiñas admirables que las rodean. La torre, perfectamente cuadrada en su parte morisca hasta una altura muy considerable, fué terminada mucho tiempo después de la conquista, y por desgracia con un estilo del todo diferente. Así, hasta la región de las campanas se ve la civilización del árabe, rematando su obra la arquitectura refinada del Renacimiento. La elevación total de la Giralda es de 364 piés, siendo por lo mismo la mas elevada que existe en España. El cuerpo de la torre tiene 50 piés por lado.
Barbacana, con la superioridad de su inteligencia, y aun de su instrucción, comprendía dos cosas: primera, que se había arrimado a pared más sólida, a gente que no desampara a sus amigos; segunda, que cuando se le antojase pasarse con armas y bagajes al campo opuesto, conseguiría siempre hundir a Trampeta. Ya había tirado sus líneas para el caso próximo de la elección de diputados.
Por ahora a quien servía con lealtad era a Mesía; este pagaba en amor, aunque era algo remiso para el pago, y ella le ayudaba cuanto podía, porque ayudarle era satisfacer los propios deseos: hundir al ama, tenerla en un puño, y burlarse sangrientamente, del idiota del amo y del indino del canónigo.
Palabra del Dia
Otros Mirando