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Actualizado: 19 de julio de 2025
Con ser este «paso» tan abundante en figuras y prolijo en adornos, avanzaba sin llamar la atención, como humillado por la vecindad del que venía detrás: la reina de los barrios populares, la milagrosa Virgen de la Esperanza, la Macarena.
Y humillado y furioso decía con rabia: ¡No puedo!... De repente tropezó en un cadáver; habían llegado al sitio del combate. Llene usted el saco dijo el oficial. En la sombra opaca su fina silueta se destacaba más sombría todavía; inmóvil y sondando el horizonte tenebroso, no se ocupaba siquiera de su compañero, que se daba prisa para acabar su lúgubre tarea...
Perdonadme, señora, dijo el familiar, que yo creo que los duendes de esta casa maldita se han metido en mí, y me han obligado a hacer y decir contra mi voluntad lo que he hecho y dicho; pero ya veis que a la razón vuelvo, que respetuoso os hablo, que humillado perdón os pido; y el que esta influencia infernal que me ha dominado no haya persistido, consiste en que yo llevo conmigo un preservativo contra toda hechicería y maleficio, y esos demonios familiares, que se llaman vulgarmente duendes, han huido lanzados por la virtud de ese bendito preservativo.
Porque el que še enalteciere, šerá humillado: Y el que še humilláre, šerá enaltecido. Mas ay de vošotros Ešcribas y Pharišeos, hypocritas: porque cerrays el Reyno de los cielos delante de los hombres: que ni vošotros entrays, ni
Recuerdo que un dia cierto baron ó conde muy estimable, me invitaba á dejarme presentar en Palacio para conocer la Corte de cerca y besar la mano á la reina. Le contesté riendo: «Señor mio, no tengo inconveniente en besarle la mano á una dama; por galantería; pero cuando la dama fuese reina, me sentiría humillado en mi altivez de republicano.
El paraíso de este mundo se cerró sobre los pasos de nuestros primeros padres; he ahí cuarenta y cinco mil años que viene el hombre conformándose con semiperfecciones, semifelicidades y semimedios. Conozco la verdad de los apetitos y de las alegrías de mis semejantes. Soy modesto, estoy profundamente humillado por no ser más que un hombre, pero me resigno. ¿Sabes cuál es mi gran preocupación?
Mi cautiverio he tenido, Señor, por bien empleado, Sólo por ver humillado Hombre a quien nadie ha vencido. Yo iba a ver mi labor Y alejéme, sin pensallo, Donde me llevó el caballo Y a él le llevó el furor. NARV. Pues ¿en qué ibas divertido? ARR. En un largo pensamiento Con que a veces mar y viento, Cielo, fuego y tierra mido.
Sentía vergüenza y remordimiento viendo lo que sufría aquella mujer por haberse entregado a él. ¿Cómo remediarlo? Se sentía humillado; quería ser hombre fuerte, la mano enérgica que protege en el peligro a la mujer amada. Pero ¿sobre quién había de caer para defenderla?...
Las explicaciones de la joven fueron largas, interminables é impregnadas de una profunda filosofía. Así era todo lo que salía de su espíritu, fértil en pensamientos elevados. Pero en vez de calmar el rencor de Velázquez dieron por resultado lo contrario. El guapo se sintió aún más humillado. Tuvo el talento, sin embargo, de disimularlo.
Todos admiran más aquello que les falta. Nunca se sintió más humillado ni dudó tanto de su virtud y su salvación. Y tomándolo como una advertencia del Cielo, se propuso intentar nuevamente este camino de perfección, por el cual habían andado todos los que verdaderamente quieren acercarse a Dios.
Palabra del Dia
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