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Actualizado: 8 de junio de 2025
Afirmaba doña Inés que ella había deseado y deseaba siempre buscar un santo retiro; pero ya que no podía ser por las mil obligaciones que había contraído y que le era indispensable cumplir por enojosas que fuesen; porque tenía hijos que criar y educar, marido de que cuidar y hacienda que ir conservando y mejorando, a fin de transmitirla a los que habían de heredar un nombre ilustre, que deslustrarían al quedar huérfanos y abatidos por la villana pobreza.
Como todos sus esfuerzos habían fracasado, su familia se encontró, entonces, en una situación vecina a la miseria. Su mujer no le sobrevivió mucho tiempo; Pablo y Matilde quedaban huérfanos. Estos niños fueron recogidos por un tío sin fortuna, quien, para mayor desdicha, era un inventor desgraciado que sólo se ocupaba en gastar sus últimos pesos en extravagantes combinaciones químicas.
Pero, hijo, replica la señora, considere usted tanto dinero perdido en suelas. Hay para pensionar á muchos huérfanos y viudas para sostener el prestigio.
¡Se me parte el corazón al separarme de estas piedras!... ¡Pierdo a mis amos, piérdolos para siempre, yo que los vi nacer!.... ¡Nosotros somos ovejas y ellos son lobos que nos enseñan los dientes! ¡Son leones y de mucha nobleza! Don Juan Manuel llega por aquel camino aldeano, de verdes orillas. El loco, la viuda y los huérfanos le acompañan.
En la una, su tío el Canónigo se despedía de ella para el otro mundo y le daba mil consejos de mucha substancia, amén de un legadillo para que ambos huérfanos prosiguieran la empresa de reclamar su filiación y herencia, si ya no estaban en posesión de ambas cosas. La otra carta anunciaba la muerte del santo varón.
Y en efecto, con la violencia que caracterizaba todas sus acciones, al pasar por delante de la casa entró en el portal y se dirigió a la garita de los porteros. ¿Tiene usted la amabilidad de decirme quién habita el cuarto tercero de esta casa? Son dos señoritos muy jóvenes, hermano y hermana. Sólo viven aquí desde hace cuatro meses. Han quedado huérfanos, al parecer, hace poco tiempo....
En una velada organizada para recoger fondos con que aliviar la miseria de las viudas y huérfanos de los bravos que sucumbieron por defender el honor que un rey criminal quiso asesinarles, Martí pronunció una oración bellísima, y el señor Leopoldo Burón recitó unos versos, también suyos, alusivos al acto.
Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos.
Se trasladó a la madre de Martín a su casa, y fuera que las contusiones y la herida tuviesen gravedad, fuera como dijeron algunos que no estuviese bien atendida, el caso fué que la pobre mujer murió a la semana del accidente de la barraca, dejando huérfanos a Martín y a la Ignacia.
Elena prometió ocuparse de todo aquello, y yo admiré la ingeniosa gracia de aquel corazón de quince años tratando de arrancar a una madre, sin que ella lo sospechase, su última voluntad sobre los que iba a dejar huérfanos. Me estaba ahogando en aquel aire pestilente y salí a reunirme con Luciana y Gerardo.
Palabra del Dia
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