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Actualizado: 1 de octubre de 2025
Despachaba detrás del mostrador con más humos que un ministro en su poltrona, recibiendo a sus parroquianos con un hocico y unos dengues como una señorona de horca y cuchillo.
O queréis hacerlo vos solo dijo irritado por la codicia el tío Cornejo. Hablemos en paz, señor Gabriel dijo el cocinero mayor , y concluyamos, concluyamos de todo punto. No digáis á nadie lo que á mí me habéis dicho, porque podríais ir á la horca.
Entonces se mostró con bárbara grandeza el coraje de aquel hombre. Hizo que calentasen en una hoguera el peto y el espaldar de una coraza, y cuando las dos planchas de acero estuvieron al rojo blanco, ordenó que se las aplicasen al mismo herido con unas tenazas. Negábase el cirujano a esta horrible curación, pero él le amenazó con la horca para que obedeciese.
La transacción le costó al clérigo humillarse hasta el polvo, una abdicación absoluta. Vivieron en paz en adelante, pero él vio siempre en ella a su señor de horca y cuchillo; tenía su honor en las manos; podía perderle. No le perdió. Pero una noche, cuando el cura cenaba, tarde, después de estudiar, Paula se acercó a él y le pidió que la oyese en confesión. Hija mía ¿a estas horas?
Que ese hombre ha herido malamente á don Rodrigo Calderón. ¿Y á ti qué te importa? Luisa, todo lo que soy, lo debo á don Rodrigo. Bueno es ser agradecidos, pero cuando no nos piden imposibles. Nada hay imposible cuando se ama. Don Rodrigo no puede pedirte tanto. Debo á don Rodrigo el no haber dado en la horca. ¡En la horca tú! ¿y por qué? Por una calumnia.
Al tiempo que en la horca esta subido, De su conciencia y alma temeroso, Pública como en todo habia mentido Por medio del tormento riguroso, A voces testimonio fué pedido De aquello que allí dice, y el furioso Verdugo le colgó, que está compuesto Que hiciese el oficio muy de presto.
Oye, Montiño: si te vuelves á permitir burlas conmigo, te doy una paliza, ¿me entiendes? El cocinero mayor se acobardó. Y si te niegas á servir á Dorotea te llevo á la horca. Entróle pavor á Montiño. ¿Pero en qué hay que servir á Dorotea? Puede suceder que Dorotea quiera matar á alguien. ¿Y se valdrá de mí? Ya lo creo; en tu casa no es ya nuevo el veneno.
Entre él y el bufón creyó el cocinero ver levantarse los dos palos rojos de la horca, y se decidió á hacer todo lo que quisiese con tal de no verse colgado de aquel patíbulo horrible. La fatalidad arrastraba á Montiño. ¿Estáis dispuesto? le dijo el bufón. Sí; sí, señor; estoy dispuesto á todo. Pues vamos á donde sea necesario ir.
Y así pasaron tres meses, hasta que un día amaneció frente a la casa una horca y pendiente de ella el cadáver del excomulgado, sin que nadie alcanzara a descubrir los autores del crimen, por mucho que las sospechas recayeran sobre el clérigo, quien supo, con numerosos testimonios, probar la coartada.
Para ser impune, paladina y descuidadamente rico, era menester ser tirano, señor de horca y cuchillo, o algo por el mismo orden, que diese mucho poder y defensa. Este inconveniente va desapareciendo ya casi del todo. Otro inconveniente, que encuentran en el dinero los corazones extremadamente sensibles y los espíritus cavilosos, es fantástico y absurdo.
Palabra del Dia
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