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Actualizado: 7 de julio de 2025
Toda la austeridad de mi vida durante veinte años, todo mi primer amor, suavemente conservado en la memoria con afán religioso y puro como rescoldo del fuego sagrado entre las cenizas del ara, y mi orgullo y el respeto debido al nombre que llevo y a mi decoro de honrada y casta matrona, todo se desvaneció y falleció en mi alma al ver tu rostro y al oír tus palabras, acaso desde la vez primera que me hablastes.
Señorita le dije repentinamente me ha retirado usted su amistad, pero la mía le ha quedado entera. ¿Me permite darle una prueba de ella? Miróme, y murmuró un tímido sí. Sépalo, pobre hija mía: se pierde usted. Levantóse bruscamente. ¡Me vió la otra noche en el parque! exclamó. Sí, señorita. ¡Dios mío! dijo dando un paso hacia mí. Señor Máximo, le juro que soy honrada.
El viento acompañaba en ocasiones con demasiada fuerza, y no se oían las palabras; pero después de cada golpe de mar, entre el murmullo del agua que chorreaba, oíase constantemente el estribillo de la canción: Es honrada Liseta y no fe...a: Se queda en la alde...a... Pero llegó un día de viento y lluvia muy fuertes, en que ya no lo oí.
Decid al sargento mayor don Juan de Guzmán, pero no digáis á mi amante exclamó con altanería Luisa ; sobre todo, no deis mal ejemplo á vuestra hija diciendo delante de ella tales cosas. ¡Mi hija...! ¡tan perdida como vos! ¡Padre! exclamó con su dulce voz la Inesilla ; es verdad que quiero á Cristóbal, pero le quiero para mi marido... y mirad, señor, que mi madre es una mujer honrada.
Eran los camarotes de las francesas, señoritas ordenadas y de buenas costumbres, que se acostaron sin presenciar el baile y estaban durmiendo con la honrada tranquilidad de un industrial en vacaciones. «Cien marcos», proponía uno. «Quinientos cincuenta», insinuaba otro, enfurecido por el silencio. «Mil... Dos mil...» Los dejamos soltando cifras ante las puertas obscuras e inmóviles.
Ella ha mostrado con claras y suficientes razones la poca o ninguna culpa que ha tenido en la muerte de Grisóstomo, y cuán ajena vive de condescender con los deseos de ninguno de sus amantes, a cuya causa es justo que, en lugar de ser seguida y perseguida, sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola la que con tan honesta intención vive.
Yo pongo sobre tu cabeza la corona de mujer honrada; tú harás porque no se te caiga y por llevarla dignamente. Lo pasado, pasado está, y el arrepentimiento no deja ni rastro de mancha, pero ni rastro. Lo que diga el mundo no nos importe. ¿Qué es el mundo? Fíjate bien y verás que no es nada, cuando no es la conciencia».
En el terreno moral sí... Si conmigo es honrada y sin mí podría no serlo, ¿cómo quiere usted que yo le diga, anda y vete a los demonios? ¿No es más natural y humano que la acoja y la salve? Pues qué, las obras grandes y ¿cómo diré?... cristianas, ¿se han de mirar por el lado del egoísmo?
El escándalo estaba dado, y no quería agravarlo recogiéndola, haciendo entrar a una perdida en la Iglesia Primada, en la honrada casa de los Luna. Más de un año estuvimos en las Claverías como aplastados por este suceso.
Una doncella honrada y modesta debe mirar a todo galán como la buena crianza le aconseja, para no aparecer grosera, con el afecto general que siente o debe sentir por todo prójimo, y con la debida circunspección, para que el galán no interprete mal su benevolencia y se las prometa felices.
Palabra del Dia
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