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Actualizado: 23 de octubre de 2025


Isidora trató de abrir el puño del muchacho; pero este apretaba tan fuertemente sus dedos, que los blandos y flojos de Isidora no pudieron moverlos ni un punto, ni separarlos. Con su fuerza varonil, Mariano hacía de su mano un arca de hierro. «Abre la mano, ábrela. No quiero. ¿Qué tienes ahí?... ¿Qué has cogido?». Mariano se puso de un salto en la puerta, siempre con el puño cerrado.

Parecía que, según el tren se alejaba de los tejados de un rojo sucio, casi pardo de la ciudad triste, sumida en sueño y en niebla, el alma de Frígilis se ensanchaba, respiraba a su gusto aquel pulmón de hierro.

Oye, Luisita: nada hay más duro que una piedra; nada hay más blando que una gota de agua; pues bien: la gota de agua acaba por ablandar a la piedra. No seas roca, aunque tengas razón para ello, sino gota de agua, y acabarás por vencer. Nada de ira, nada de altercados y peleas. No es de hierro la mejor cadena, sino aquella que forman los blandos eslabones de nuestros brazos.

El menaje profesional de Belarmino se reducía a los más indispensables utensilios de zapatería, de los cuales don Restituto le había hecho graciosa donación: unas pinzas, un rebote de correderas, una gubia, un desborrador americano, un rodillo de picar, un sacabocados, varias leznas y un torno de montar con horma de hierro.

Ahora iba derecho a su casa y le metía una bala en los sesos; ahora le aguardaba traidoramente por la noche y le daba con un palo de hierro en la cabeza, o bien le asestaba una puñalada con un puñalito cincelado que me regalaron la noche en que leí varias poesías en El Fomento de las Artes. De todos modos, aunque la forma variase, el fondo era siempre idéntico, ¡zas! y al cementerio.

Se abrió una puerta y el criado se presentó de nuevo. Si el señor quiere tomarse la molestia de seguirme, la señora le ruega que tenga la bondad de subir á su habitación. Marenval subió por una escalera de piedra con barandilla de hierro forjado y al llegar al primer piso, donde comenzaba una oscura galería, encontró una joven de alta estatura y vestida de negro, que se adelantaba á recibirle.

Isidro admiraba la paciencia de algunos rebuscadores, que, necesitando un tornillo o un clavo igual al que llevaban en la mano, iban toda la mañana de puesto en puesto, sin fatigarse, removiendo montones de hierro.

Cambié de observatorio, por razones que no le importan un rábano al lector, y durante tres años nada supe de estos personajes. Un día me llevaron mis recuerdos y mis inclinaciones á visitar la calle en que los había conocido. Busqué con afán la casa que habitaron; pero no di con ella. En su lugar se alzaba otra flamante, con balcones de hierro y vidrieras con cortinillas.

Fijándose en los jamones que colgaban de un barrote de hierro y en las oscuras morcillas que les acompañaban, no se podía menos de pensar en algún inmenso árbol de Jauja, que había metido allí una de sus ramas, completamente llena de gigantescas frutas, tan sabrosas como picantes.

Los falconetes ó versos fijos en la borda que equivalían á las piezas actuales de tiro rápido, eran de hierro batido, como las lombardas; se fabricaban de la misma manera, diferenciándose en el calibre menor; en que lanzaban proyectiles formados con dado de hierro revestido de plomo y en que no teniendo cureña, pues giraban verticalmente sobre muñones y horizontalmente sobre horquilla acabada en pinzote, tenían en la parte posterior un bastidor ó marco para afianzar con cuña el servidor, y una rabera con que lo manejaba el lombardero.

Palabra del Dia

crocus

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