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Actualizado: 23 de septiembre de 2025


El parque se extendía a una y otra parte del Aubette, cuyas verdosas aguas rodeaban luego la casa y alimentaban las albercas construidas al pie mismo de las terrazas. La avenida de fresnos cuyo recuerdo tan bien había conservado Delaberge, conducía a una verja de hierro y después se continuaba más allá del puente de piedra echado sobre el riachuelo.

Y flotando por encima del bosque de chimeneas de ladrillo y de hierro, el eterno dosel de la moderna Bilbao, los velos en que se envuelve como si quisiera ocultar púdicamente su grandeza, los humos multicolores de sus fábricas, negros, de espesos vellones, como rebaños de la noche; blancos, ligeramente dorados por la luz del sol; azules y tenues como la respiración de un hogar campesino; amarillos rabiosos con un chisporroteo de escorias minerales.

El uno lo probó con la punta de la lengua, el otro no hizo más de llegarlo a las narices. El primero dijo que aquel vino sabía a hierro, el segundo dijo que más sabía a cordobán. El dueño dijo que la cuba estaba limpia, y que el tal vino no tenía adobo alguno por donde hubiese tomado sabor de hierro ni de cordobán. Con todo eso, los dos famosos mojones se afirmaron en lo que habían dicho.

Políticamente dimos las buenas noches, y en efecto, buena la fué para , pues no tardé en quedarme dormido el tiempo que invertí en contar unos cien golpes de la hélice, golpes que entre sueños los asemejaba yo á otras tantas pulsaciones de aquel monstruo de hierro, en cuyas entrañas dormía con la tranquilidad del que jamás había roto un plato.

El capitán y Hans echaban agua en el cedazo para hacer pasar la fécula, y Cornelio y el chino la amasaban en panes de a cuatro libras, que secaban después al sol. Habrían podido también reducir la harina a grano, pero hubieran necesitado un recipiente de hierro, y no lo tenían.

Formáronse en grupos los viñadores, en torno del aljibe, que elevaba sobre la replaza su gran aro de hierro, rematado por una cruz. Al llegar arriba el sacerdote con su séquito, Dupont abandonó el cirio para arrebatar al gañán encargado del cuidado de la capilla, el hisopo y el caldero de agua bendita.

Apeóse del coche y entró en el zaguán, creyendo encontrar allí alguna religiosa o algún portero a quien preguntar por la marquesa de Villasis o por el padre Cifuentes; mas sólo vio delante una empinada escalera dividida por en medio con un barandal de hierro que hacía veces de pasamanos.

Sólo ella es capaz de tanta rabia dijo Alejandro contemplando con ira el arco y levantando el puño en señal de amenaza. Atravesamos la plaza y descendimos al Bajo por la calle de Rivadavia. Una inmensa turba, compuesta de gente de todas menas, llenaba la vereda y la calle, y se agolpaba contra la baranda de hierro de la muralla que da sobre el río. Todos miraban el horizonte.

4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera, y de piedra. 6 Entonces el rey se demudó de su color, y sus pensamientos lo turbaron, y se desataron las ceñiduras de sus lomos, y sus rodillas se batían la una con la otra. 7 El rey clamó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos, y adivinos.

Díme cómo recorre este bosque llevando bajo el brazo un libro grande, pesado, con broches de hierro; y como este Hombre Negro y feo ofrece su libro y una pluma de hierro á todos los que le encuentran aquí entre los árboles, y como también todos tienen que escribir sus nombres con su propia sangre. Y entonces les hace una señal en el pecho. ¿Has encontrado alguna vez al Hombre Negro, madre?

Palabra del Dia

passaro

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