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Actualizado: 5 de junio de 2025


No censurara yo que Galatea Al cíclope adorase: la hermosura Bien en la fuerza y el valor se emplea; Bien con estrecho, cariñoso nudo, La hiedra ciñe firme tronco rudo. Mas nunca á quien apenas Sostener puede el peso de la vida Á llevar sus cadenas, Si dulces, graves, el amor convida.

He tenido la sorpresa de encontrar en el mismo piso de nuestra casa un encantador cuartito decorado para de un modo precioso. Máximo ha sido el encargado de arreglarlo y quien lo ha escogido todo, y no puede usted figurarse qué fresco, qué lindo y de qué buen gusto es. Mi cuarto tiene dos ventanas a un jardinillo rodeado de altas tapias, cuya fealdad está cubierta por un tapiz de hiedra.

Por la noche, mojados hasta los huesos, encontramos un albergue, medio taberna, medio cabaña, que se llamaba el Reposo del Cazador. Era una choza, con las paredes y el tejado cubiertos por completo de hiedra, con dos ventanas con cortinillas rojas, iluminadas por la luz interior. Parecía aquella cabaña la cabeza hirsuta y peluda de un monstruo, con sus dos ojos encarnados.

Las hierbas parásitas han aumentado; surgen por todos lados zarzas, cardos y malvas azules, agarrándose cruelmente a los rosales, y la hiedra extiende sus brazos por el muro como si quisiera derribarlo; y no se limita a esto su poder, todos los años adquiere más lozanía, y ya empieza a trepar por las ventanas del cuarto de mi madre...

Esto, con respecto al reino animal. Can respecto al vegetal, parécese el periodista a las plantas en acabar con ellas un huracán sin servirles de mérito el fruto que hayan dado anteriormente: como la caña ha de doblar la cerviz al viento, pero sin murmurar como ella; ha de medrar como el junco y la espadaña en el pantano; ha de dejarse podar como y cuando Dios disponga, y tomar la dirección que le el jardinero; ha de pinchar como el espino y la zarza los pies de los caminantes desvalidos, dejándose hollar de la rueda del poderoso; en días obscuros ha de cerrar el cáliz y no dejar coger sus pistilos como la flor del azafrán; ha de tomar color según le den los rayos del sol; ha de hacer sombra, en ocasiones dañina, como el nogal; ha de volver la cara al astro que más calienta como el girasol, y es planta muerta si no; seméjase a las palmas en que mueren las compañeras empezando a morir una; así ha de servir para comer como para quemar, a guisa de piña; ha de oler a rosa para los altos, y a espliego para los bajos; ha de matar halagando como la hiedra.

A un lado, había un pozo de la misma época en que se construyó el palacio, un orificio abierto en la roca, con brocal de piedra roída por el tiempo y una espadaña de hierro trabajada a martillo. La hiedra crecía en frescos ramilletes entre los salientes de la pulida piedra.

Aquello era más melancólico que las ruinas del otro gran convento hacinadas entre la hiedra. Una celda habitable y deshabitada representa, en efecto, algo más funesto y pavoroso que la destrucción. Los pedazos de mármol que acabábamos de ver parecían tumbas cerradas: las celdas del noviciado eran como lechos mortuorios ó ataúdes vacíos, de donde acababan de sacar los cadáveres.

Esta fuente, pintoresca y apacible como una de la Arcadia, fue celebrada en mis composiciones tituladas Armonías con el nombre de ¡Oh! fuente cristalina Que saliendo de la roca Formando hermosa cascada Bañas el florido prado Y en el mármol de Carrara Murmuras con impaciencia Por salir a la pedrera. El delfín que oculto entre la hiedra Arrojaba por la nariz la blanca espuma, ha desaparecido.

Antes que la inexorable hacha del leñador haya cortado en viguetas, palos y ramajes el árbol caído, transcurren aún muchos días durante los cuales podemos aventurarnos á pasar por el singular puentecillo, festoneado de guirnaldas de hiedra bañada por la corriente.

Lo único que haré dijo D. Francisco levantándose y examinando de cerca los cuadros, es aceptar un par de estudios, como recuerdo.... Este de las montañas nevadas y aquél de los burros pastando.... Mire usted, Martín, también me llevaré, si le parece, aquella marinita y este puente con hiedra....» A Martín le había entrado el acceso y se asfixiaba.

Palabra del Dia

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