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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Al fin llegó el hanson, y, deslizando una buena propina en la mano del policía, entré en aquél y partimos, lentamente, a través de la niebla, casi al paso, tal era la dificultad de poder marchar. Había colocado sobre el lado derecho de la espalda mi bufanda de seda, para restañar la sangre que manaba de mi herida.
Conozco bien este condado, aunque nací en el de Austin, en la aldehuela de Cando, y nada tengo que decir contra vosotros los de Hanson, pues no hay en la Guardia Blanca arqueros ni camaradas mejores que los que aprendieron á tirar el arco por estos contornos. Iremos contigo hasta Munster, muchacho, ya que eso poco nos apartará de nuestro camino.
Tras él, de tres en fondo, doce veteranos de las grandes guerras, que conocían la costa de Francia y las principales ciudades, desde Calais hasta Burdeos, tan bien como los bosques y villas de su tierra natal, el condado de Hanson.
Medrados estamos con el paladín éste, que todavía no se ha quitado de los zapatos el barro amarillo de los breñales de Hanson y ya viene tratándonos de parlanchines. ¡Qué gente tan lista la de esta tierra, Roger! dijo Gualtero con sorna, guiñando el ojo á su amigo. ¿Cómo debemos tomar vuestras palabras, señor mío? Tomadlas por donde podáis sin quemaros, respondió Gualtero. ¡Otra agudeza!
Inmediatamente se destacó de la columna un numeroso grupo de arqueros, montañeses robustos de Hanson, que aclamaron al barón con entusiasmo. ¡Por la cruz de mi espada, muchachos! gritó en aquel punto Simón saltando sobre un tronco caído. ¡Sería una vergüenza para la Guardia Blanca permitir que el príncipe cruzase las montañas del sur sin que le abriésemos camino con nuestros arcos!
Aquello que tanto inquietaba á Roger á medida que iba conociendo el estado de los ánimos en la comarca de Hanson, hubiera sorprendido igualmente á cualquier otro viajero en todos los restantes condados del reino, desde el Canal hasta los riscos y las lagunas de Escocia. Los temores del doncel aumentaban á medida que se acercaba á la morada de Hugo, á la casa paterna.
Lo dicho, es una treta mía con la cual me he ganado muy buenos cuartillos de cerveza allá en las ferias de Hanson, repuso Tristán levantándose y sonriendo satisfecho. La flecha ha caído á ciento treinta pasos más allá de la quinta pica, dijeron varios arqueros y soldados. ¡Seiscientos treinta pasos!
Recibió las felicitaciones y alabanzas que le prodigó en persona el príncipe, y tan luego se halló en disposición de soportar el viaje á Londres se embarcó acompañado de su fiel Tristán. Inmediatamente que llegaron á aquella ciudad emprendieron el camino de Hanson, pues Roger carecía de toda noticia desde la carta del prior que le anunció la muerte de su hermano.
El antiguo y populoso condado de Hanson fué de los primeros en responder al llamamiento con gran golpe de soldados. Al norte ondeaban los estandartes de los señores de Brocas y Roche, el primero con la cortada cabeza de sarraceno en el centro del escudo y el segundo con el histórico castillo rojo de la casa de Roche, seguidos ambos por numerosos combatientes.
Confieso que á juzgar por su aspecto no hubiera esperado de él tanta entereza. Pues yo declaro que el aire de Burdeos ha trocado á mi compañero en gallo de pelea, porque jamás había salido del condado de Hanson joven más apacible y modesto que él. ¿Sí, eh?
Palabra del Dia
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