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Estaba pobre, había sido muy desgraciada... , , me han dicho que es muy corrida. Tienes buenas tragaderas afirmó doña Lupe con crueldad. No haga usted caso... los hombres son muy malos. ¿No conviene usted conmigo en que los hombres son muy malos? Y dígame usted ahora. ¿No es acción noble traer al buen camino a una alma buena que se ha descarriado?

Háblele usted; rompa el silencio de aquella casa; véala usted un momento; oiga su voz, y si ante las declaraciones que ella le haga persiste usted en creerla culpable, no es digno, lo digo cien veces, no es digno de mirarla. Lázaro no pudo resistir á la gran fuerza de estas palabras.

¿Y vas a consentir que esa... ¡Silencio! exclamó el mayorazgo con energía, llevando el dedo a los labios. Haz inmediatamente lo que te mando. El viejo se alejó gruñendo. Al instante se presentó la doncella. Dolores, di a la cocinera que prepare cena para la señora que está abajo, y que haga todo lo que sepa.

Paula reía también pasando y repasando sus manos por la cabeza de la criatura. Cuando haga falta un perulero para el aceite, ya sabéis dónde lo habéis de hallar prosiguió Concha. Disipada la lástima, adivinando que la chiquita había caído en desgracia, las criadas se entregaban a la alegría cambiando bromas sin gracia, pero que las hacían reír perdidamente.

La fama de su hazaña la había precedido a Ica, adonde llegó una mañana, armada de asta y rejón, y abocándose a su marido le dijo: A Lima, señor mío, y a su casa si no quiere usted que haga en su personita otro tanto de lo que hice en la de Vilches, y lo deje tal que no sirva ni para simiente de rábanos.

No sea loco; no haga juicios temerarios. Deje en paz a las personas tranquilas. Pero Manzanares decía esto con un tono de mansa protesta, brillando al mismo tiempo en sus ojos cierta satisfacción.

Muchas gracias por la parte que me toca. ¡Oh, no me haga usted la injuria de creer que he querido agraviarle!... No hay regla sin excepción.... Pero compare usted la gente del campo con la de la ciudad.

Coheche vuesa merced, señor Tiniente; coheche, y tendrá dineros, y no haga usos nuevos; que morirá de hambre. Así lo dicen y lo hacen los desalmados replicó el Teniente ; pero el juez que da buena residencia no tendrá que pagar condenación alguna, y el haber usado bien su oficio será el valedor para que le den otro.

¡Pero si no tiene dinero! Pues ahora lo ha encontrado. La idea del casamiento con Bautista no soló consoló a la muchacha, sino que pareció ofrecerle un halagador porvenir. ¿Y qué quieres que haga? ¿Salir de la casa? preguntó la Ignacia, secándose las lágrimas y sonriendo.

Así no corres el peligro de que tu amigo se entere y te los haga sacar del Banco, convenciéndote a fuerza de besos o de bofetadas... Toma siempre dinero; no aceptes acciones ni papelotes de ninguna clase. En esto último insistió mucho la veterana, como si aún estuviera latente en su memoria algún recuerdo penoso.