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No lo niego. Ambos rieron con alegría, embromándose cariñosamente, mecidos en dulce fraternidad que los hacía felices. Cecilia se retiró al fin. Antes de llegar a la puerta se volvió, preguntando con timidez, donde apuntaba un vivo y mal disimulado deseo: ¿Quieres que te haga yo la cura?... Debes estar molesto... El joven vaciló un instante. Temía ofender el pudor de su hermana política.

Pero queremos ser leales al Gobierno y le indicamos el camino que mejor nos parece para que sus esfuerzos no se malogren, para que desaparezcan los descontentos. Si después de planteada tan justa como necesaria medida, el pueblo filipino es tan necio y pusilánime, que haga traición á sus verdaderos intereses, entonces que recaigan sobre él las responsabilidades, que sufra todas las consecuencias.

Amparo hizo un movimiento de cabeza que bien podía traducirse así: No se vaya usted de ningún modo. Me tratas tan mal.... ¿Usted qué quiere que haga? Que te portes mejor.... Pues hablemos claros exclamó ella sacudiendo su marasmo y apoyándose en el brocal del pozo.

Santa abuelita, yo bien considero que usted dirá: «Salidas de pavana de esa naturaleza oír no quiero.» ¡Pues haga usted lo que le la gana!

Y describía con rudeza la nueva vida del millonario. Todos le dominaban; todos estaban sobre él: la esposa, la hija, hasta aquel niño inaguantable de Urquiola, que le decía con la mayor insolencia: «Tío, no haga usted eso», «tío haga usted lo otroPor el momento, Sánchez Morueta sólo era el tío: pero no acabaría el año sin que el abogadillo le llamase papá.

Pero el anciano lo cogió del brazo y se lo llevó, mientras decía: Vamos, vamos... ¡Ya nos lo tropezaremos más adelante! ¡Aconsejarme a que haga traición a mi país! Hullin hizo bien advirtiéndonos que tomáramos precauciones; tenía razón. Bajaron los cazadores por la calle, dirigiendo a derecha e izquierda miradas hurañas. Las gentes se preguntaban unas a otras: «¿Qué les sucede a ésos

»También decía Lotario que tenían necesidad los casados de tener cada uno algún amigo que le advirtiese de los descuidos que en su proceder hiciese, porque suele acontecer que con el mucho amor que el marido a la mujer tiene, o no le advierte o no le dice, por no enojalla, que haga o deje de hacer algunas cosas, que el hacellas o no, le sería de honra o de vituperio; de lo cual, siendo del amigo advertido, fácilmente pondría remedio en todo.

No te haga guardar silencio una mal entendida piedad y compasión hacia él; porque, créeme, Ester, aunque tuviera que descender de un alto puesto, y colocarse á tu lado, en ese mismo pedestal de vergüenza, sería sin embargo mucho mejor para él que así sucediera, que no ocultar durante toda su vida un corazón culpable. ¿Qué puede hacer tu silencio en pró de ese hombre sino tentarlo, , compelerlo á agregar la hipocresía al pecado?

No, no podrá usted: y si al fin, con la fuerza de su talento, pudiera conseguirlo, yo le ruego que no lo haga y me abandone. Que nos separe ese abismo que usted dice: y si yo estoy en el error... Pero no lo estoy, yo que no lo estoy...

-Eso no es el mío -respondió Sancho-: digo, que no tiene nada de bellaco; antes tiene una alma como un cántaro: no sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna: un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día; y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón, y no me amaño a dejarle, por más disparates que haga.