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Actualizado: 21 de junio de 2025
¿Te acuerdas de aquella noche, en casa de mis padres, cuando aspirabas a la mano de Marta? ¡Cómo puedes, si la recuerdas, hacerme la injuria de aceptar mi miserable excusa!
Sentí lo que debe sentir el ladrón cuando se propone apoderarse de lo ajeno, y me dí plena cuenta, en aquellos instantes, de que cometería cualquier crimen, con tal de hacerme con ese pájaro de rico plumaje. Largo espacio de tiempo permanecí inmóvil, pensando en la mejor manera de llevar a cabo mi intento.
Una tarde, Julia se hallaba, como de costumbre, cosiendo al lado de la cama del enfermo; el cual dormía. Oyes, Julia dijo de pronto despertándose. ¿Quieres hacerme un favor? ¿Cuál? Léeme otra vez la carta de Maximina..... El día aquel no estaba yo para enterarme de nada..... Julia sonrió con semblante triunfal.
Se levantaba la primera, y ya lavada y peinada, iba a ver preparar el desayuno de la familia; que el chocolate de don Bernardino, y el mate de la madre, y el te con leche de los hermanos, estuvieran en el punto en que el capricho de cada cual lo exigía; daba prisa a los criados, y les amonestaba, suavemente. Bernardo, ¿quiere usted hacerme el favor de darme el jarro de la leche?
No he visto un hombre más torpe; yo tuve que componerlo todo; y la fortuna fue haber convenido antes en no darnos nuestros nombres, ni aun por escrito. Si no... ¿Pues qué hubo? ¿Qué había de haber? El que venía conmigo era Carlos mismo. ¿Qué dices? Al ver que me alargabas el papel tuve que hacerme la desentendida y dejarlo caer, pero él le vio y le cogió. ¡Qué angustias! ¿Y cómo saliste del paso?
Grité con todas mis fuerzas; pero no me oyeron o no quisieron hacerme caso. A pesar de la obscuridad, vi la lancha; les vi subir a ella, aunque esta operación apenas podía apreciarse por la vista.
No pude hacerme a aquella fantástica educación, y llegué al colmo del asombro cuando le oí llamar a su padre: «Mi viejo Teófilo» y a su madre: «La buena Isabel.» Cerré la maleta, y volví a tomar el tren. »He aquí el relato muy abreviado de mis tentativas matrimoniales, la más desagradable de las cuales, fue la de la camarada.
Si creerá que esta visita de desagravio va a hacerme olvidar su conducta con nosotros... pero, ¡ya caigo! tú vienes por el renacuajo, a ver si así, después de este paso, logras meterlo en la casa... ¡pero ya escampa!
¡Ah! si la abuela quisiera ser razonable, qué felices seríamos... 24 de octubre. Hay personas a quienes la suerte se complace en jugar malas pasadas. Y ese es mi caso... Creía la paz asegurada enteramente entre la abuela y yo y me preparaba a gozar de nuevos días de serena tranquilidad, cuando esta mañana la abuela me dirigió este discurso: Hija mía, puedes hacerme justicia...
Que sea hombre de Estado o embajador, llego hasta su gabinete sin hacerme anunciar, y ese grande hombre interrumpe a menudo su trabajo para cantar un dúo con su antiguo amigo... Digo un dúo... ¡un solo! Porque siempre olvido mi parte, para escucharle.
Palabra del Dia
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