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Actualizado: 26 de junio de 2025
Hallábase de corregidor en la provincia de Tinta un tal Arriaga, hombre ávido é inhumano, que abusaba del poder para saciar su inextinguible sed de riquezas. Hecho odioso al pueblo á quien tiranizaba, fué esta la primer víctima que le fué inmolada.
Para gallo sin traba, todo terreno es cancha. El 28 de octubre de 1746 hallábase en una taberna del Callao, reunido con otros como él y media docena de hembras de la cuerda, gente toda de no inspirar codicia ni al demonio.
El terror invadió su alma. ¿Dónde estaban sus convicciones, su profesión de fe? Su espíritu hallábase vacío, y no veía nada seguro sobre qué poder apoyarse para no caer en el fondo de aquel abismo negro, espantoso. «Mis convicciones balbuceó, imaginándose que se encontraba ante los jueces . Todo el mundo conoce mis convicciones. Estoy convencido de que...»
Entre los presos hallábase cierto corregidor, de quien decíase que había sido más voraz que sanguijuela para sacar el quilo a los pueblos cuyo gobierno le estaba encomendado. La causa, entre probanzas, testigos, careos, apelaciones y demás batiborrillo de la chusma forense, llevaba trazas de dar tela para pleito durante tres generaciones por lo menos.
Hallábase en lo más entretenido de aquella crítica literaria, tan propia de su oficio, cuando vio que hacia él iban tres individuos de calzón ajustado, botas de caña, chaqueta corta, gorra, el pelo echadito palante, caras de poca vergüenza. Eran los tales tipos muy madrileños y pertenecían al gremio de los randas. El uno era descuidero, el otro tomador, y el tercero hacía a pelo y a pluma.
Dejó solo a Carvallo para que aguardase por un momento su vuelta y vino con Acevedo a la estancia de Teletusa. Hallábase allí vuestro amigo el señor Tiburcio, mancebo prudente y listo a maravilla. Buen doncel y consejero tenéis en él.
Largo rato después hallábase en el mismo sitio, con la cabeza inclinada sobre el pecho, las mejillas encendidas y los celestiales ojos mojados de llanto, cuando acertó a pasar Teodoro Golfín, que de la casa de Aldeacorba con tranquilo paso venía.
En el otro papel hallábase copiada esta cláusula del testamento de doña Leonor Manrique de la Cerda, repartiendo entre sus parientes un hábito de su primo hermano, el venerable padre fray Alonso de Luján, religioso capuchino: «Mi señora, la duquesa del Infantado, escoja la pieza que le pareciere, y otra se dé al conde de Salvatierra, y otra al conde de Montijo, y otra a mi sobrina doña Catalina, marquesa de Paracuéllar, y el cordón se dé al conde de Salinas, mi sobrino, que lo tenga y venere como cordón y reliquia de un tan venerable y santo varón como yo lo he tenido; y una cogulla que yo tengo del dicho padre fray Alonso mando también a mi señora duquesa, y le suplico la dé cuando a su excelencia le pareciere al conde del Cid, y la pieza que su excelencia escogiere, la dé al duque de Béjar, de cuya casa era muy devoto el dicho padre fray Alonso.»
Si ello, al fin, ha de ser, nada se pierde con esperar un rato, que no llega tarde quien llega. En estas y otras cavilaciones hallábase Román escondido entre el espeso ramaje del árbol, cuando vió llegar con tardo paso, y mirando a todas partes con faz recelosa, un hombrecillo envuelto en un capote lleno de remiendos.
¡Qué lástima no ser poeta épico para expresar, con la elocuencia propia del caso, el enojo de D.ª Laura, el cual, si no rayaba tan alto como la ira de los dioses, hallábase a dos dedos de ella! Todo por que la señorita Isidora no se conducía decorosamente. Don José estaba profundamente afligido por no poder lanzarse a la defensa de su querida ahijada.
Palabra del Dia
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