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Actualizado: 25 de junio de 2025
Eso de la gana te lo guardas para ti exclamó doña Anuncia, puesta en pie otra vez, y dejando caer el Werther al suelo. Eres muy orgullosa añadió. Déjala; el que no se consuela.... Tienes razón; están verdes. Pero lo que importa es que tú no olvides lo que te digo. Es necesario que dejes antes de entrar en casa de la marquesa ese aire displicente y ese tonillo seco, porque es una impertinencia.
Una de las doncellas se acercó a ella y le dijo: Ahí abajo está el tío Leandro con los pastores y los guardas que piden por favor que les permitan despedirse de la señorita. ¡Ya lo creo que iré! respondió Clara apresurándose a bajar a la gran cocina del sótano. Allí estaban en efecto los pastores y dos guardas jurados con sus sombrerotes de fieltro en la mano.
Mira y remira, pasa y repasa los consejos y documentos que te di por escrito antes que de aquí partieses a tu gobierno, y verás como hallas en ellos, si los guardas, una ayuda de costa que te sobrelleve los trabajos y dificultades que a cada paso a los gobernadores se les ofrecen.
Ándanla casi toda, y no hay pueblo ninguno de donde no salgan comidos y bebidos, como suele decirse, y con un real, por lo menos, en dineros, y al cabo de su viaje salen con más de cien escudos de sobra que, trocados en oro, o ya en el hueco de los bordones, o entre los remiendos de las esclavinas, o con la industria que ellos pueden, los sacan del reino y los pasan a sus tierras, a pesar de las guardas de los puestos y puertos donde se registran.
Estaba perfectamente sereno y hasta parecía encontrar justo que un hombre que no podía pagar tres duros se suicidase. Mario, indignado, sacó del bolsillo esta cantidad y se la entregó diciéndole al mismo tiempo algunas frases duras. Los guardas y la gente que había acudido le hicieron coro. Pero en estas contestaciones se pasó bastante tiempo. El joven sintió de pronto un frío intenso.
Espantado el matador de culebras qué podría ser aquella llave, miróla, sacándomela del todo de la boca, y vio lo que era, porque en las guardas nada de la suya diferenciaba. Fue luego a proballa, y con ella probó el maleficio. Debió de decir el cruel cazador: "El ratón y culebra que me daban guerra y me comían mi hacienda he hallado."
Los pesados racimos de bestias muertas que el señor Manolo sostenía en sus manos eran los únicos testimonios de la realidad de la aventura. Toca, Isidro decía el capataz riendo . ¡Qué famosa cachuela vamos a comernos!... El joven, pensando en los guardas, sentía ahora un miedo mayor que el que había experimentado al otro lado de las tapias.
Quisimos penetrar, pero los guardas del edificio, herederos históricos de la gravedad monacal, nos prohibieron la entrada con cara de priores, enviándonos al estanco de la Hacienda pública, en donde debiamos proveernos de una especie de credencial, mediante la limosna de dos francos, uno por cabeza.
Ni tu cuerpo, ni tu aire, ni tus pies se pueden equivocar con otros. Tardé mucho en dar contigo; pero cuando al cabo te vi y traté de saludarte, desapareciste de mis ojos entre la gente y ya no pude hallarte... ¿Me has visto tú? Sí. ...Me guardas rencor todavía, ¿verdad?... Pues mira, Soledad, por mucho que tú me tengas, más me tengo yo. Quisiera poder molerme las costillas á palos.
El catalán, atento a los repulgos de la muchacha, murmuraba: niña de los muchos novios, que con ninguno te casas; si te guardas para un rey cuatro tiene la baraja. De aquí surgían desazones entre sobrina y tía. La vieja la trataba de gazmoña y papahostias, y la chica rompía a llorar como una bendita de Dios, con lo que enfureciéndose más aquella megera, la gritaba: ¡Hipócrita!
Palabra del Dia
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