Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de junio de 2025
Pero sin duda que las crueldades de los Griegos excedieron sin comparacion á las que hicieron los Catalanes, porque nunca violaron el derecho de las gentes, ni ofendieron á sus enemigos de bajo de palabra, ni seguro; aunque en otras cosas los nuestros anduvieron muy sobrados, y no guardaron las leyes de una guerra justa; pero la ocasion de esto fué no quererlas guardar los Griegos, con que quedan bastantemente disculpados los Catalanes y Aragoneses en esta parte, pues forzosamente la guerra se hubo de hacer con igualdad.
Necesito detenerme en Madrid algunos días para arreglar ciertos asuntos. A Valencia llegaré el diez del que viene. ¿Vas a algún regimiento? Al primero montado. ¡Ah! Y guardaron silencio. La tristeza les dominaba a todos, asfixiando la conversación, que otras veces solía ser muy animada, aunque versara sobre menudencias domésticas. Don Mariano la entabló de nuevo en tono triste y distraído.
Le guardaron asimismo, por especial privilegio de los diablos, Nembrot y sus descendientes. El último, de éstos murió, una semana ha, por disposición tuya, ¡oh Princesa Venturosa! y ya no queda en el mundo sino una sola persona que pueda descifrarte la carta del Kan de Tartaria. Esa persona soy yo; y para hacerte ese servicio, el rey de los genios ha conservado siglos mi vida.
21 Y los hijos se rebelaron contra mí; no anduvieron en mis ordenanzas, ni guardaron mis derechos para ponerlos por obra, los cuales el hombre que los cumpliere, vivirá por ellos; profanaron mis sábados. Dije entonces que derramaría mi ira sobre ellos, para cumplir mi enojo en ellos en el desierto.
El conde se puso repentinamente serio, llevose la mano a la frente y replicó al cabo de unos momentos con acento sombrío y como si se hablase a sí mismo: Fatigado, sí; ésa es la verdadera palabra... ¡Muy fatigado!... La fatiga me sale por los poros. Guardaron ambos silencio. El conde quedó entregado a una intensa meditación que trazó en su frente arruga profunda.
Nadie respondió: todos guardaron silencio, y en los ojos de Enrique brilló un relámpago de alegría. ¿Han pensado ya en los equipajes mi mujer y mi suegra? ¿Han guardado en las cajas sus gorros y sombreros? ¿Está todo dispuesto para la marcha? Para la tuya, sí dijo Cecilia, esforzándose por demostrar un valor que no sentía. ¿Cómo para la mía? ¿Pues no partiremos juntos? No.
Izquierdo debía de tener hambre atrasada, porque al ver las chuletas, les echó una mirada guerrera que quería decir: «¡Santiago y a ellas!» y sin responder nada a lo que el otro hablaba, les embistió con furia. Ido empezó a engullir comiéndose grandes pedazos sin masticarlos. Durante un rato, ambos guardaron silencio.
Esto duró hasta que se oyó el repiqueteo de la campanilla; porque entonces, los chicuelos rompieron la humana valla que á duras penas habían atravesado para ver al caballero más de cerca, los viejos apagaron sus pipas, los jóvenes restregaron el fuego de sus cigarros contra el poste más inmediato y se guardaron las puntas en el bolsillo del chaleco, los que tenían la chaqueta tirada sobre los hombros, se la vistieron, y todos corrieron al templo atropelladamente para llegar á él antes que el párroco pisara las gradas del altar.
Bueno, bueno..., más vale así... Yo creía, sin embargo... Ambos guardaron silencio buen espacio. Ricardo lo rompió diciendo: Cuando acabe don Serapio te van a hacer cantar a ti; estoy seguro... Todos ganarán en ello menos yo... ¿Pues?
Quedáronse atónitos los dos jóvenes á estas palabras de Quevedo, y guardaron por algún tiempo silencio. ¡Tan pronto! ¡tan de repente! dijo al fin doña Clara . ¿Qué motivo puede haber?... Motivo y aun motivos. Es el primero, que yo no estoy muy seguro, y tanto, que si no estoy preso, en engaños consiste que no pueden durar mucho tiempo. ¿Pero esos motivos?
Palabra del Dia
Otros Mirando