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Actualizado: 23 de junio de 2025
Temía que de pronto un ronquido grosero cortase esta música incomprensible para él, y que, por lo mismo, debía ser magnífica. Se pellizcaba las piernas para espabilarse; extendía los brazos; cubríase la boca con una mano para ahogar sus bostezos. Pasó mucho tiempo. Gallardo no estaba seguro de si había llegado a dormir. De pronto sonó la voz de doña Sol, sacándole de su penosa somnolencia.
Debía ser la Virgen rodeada de ángeles: una obra del arte grosero y cándido de la Edad Media; algún voto de los tiempos de la conquista; pero unas generaciones picando la piedra para marcar mejor las figuras borradas por los años, y otras blanqueándola con escrúpulos de bárbara curiosidad, habían dejado la losa de tal modo que sólo se distinguía un bulto informe de mujer, «la reina», que daba su nombre á la fuente: «reina de los moros», como forzosamente han de serlo todas en los cuentos del campo.
¡Ay, el espejismo seductor de los países de sol! ¡La embriaguez engañosa de la luz y los colores!... ¡Y ella había podido sentir un amor de unos cuantos meses por aquel mozo rudo y grosero, y había celebrado como rasgos ingeniosos las torpezas de su ignorancia, y hasta le exigía que no abandonase sus costumbres, que oliera a toro y a caballo, que no borrase con perfumes la atmósfera de fiera animalidad que envolvía a su persona!... ¡Ay, el ambiente! ¡A qué locuras impulsa!...
Y todo va desta manera: que confesando yo no ser más santo que mis vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades.
Grosero y pesimista es el refrán que dice: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. El refrán, con todo, tiene por desgracia mucho de verdad. A los siete u ocho días de muerto Arturito y a los tres o cuatro de ido Pedro Lobo, nadie se acordaba ya de Arturito, salvo su padre, Octaviano, Rafaela y el Sr. D. Joaquín, que le amaba y le lloraba como a su mejor amigo.
En esta cazuela hay el ingrediente A, que como V. sabe, es extremadamente cáustico, y que ademas da un color muy feo. En esta otra hay la goma B, excelente para manchar, y cuyas señales no se quitan sino con muchísimo trabajo. En esta caldera hay el palo C, que podria servir para dar un color grosero y comun, pero que no alcanzo cómo ha de producir nada exquisito.
¡Animal grosero! gritó enseñando el puño á Gillespie, como si éste fuese el autor del atentado contra su divina persona . ¡Hipopótamo-Montaña!... ¡Hombre habías de ser!... ¡Y pensar que un gran pueblo se interesa por ti!... Enardeciéndose con sus propias palabras, dió un fuerte latigazo á una de las pantorrillas del gigante.
Pero este espectáculo, si bien en los salones de la ciudad era de buen tono ante una escogida y culta concurrencia, delante de un populacho grosero y sobre la yerba de un prado de Cueto ó de Miranda, se prestaba á mil inconvenientes, el menor de los cuales era el ridículo.
La profesora acogió estas palabras con una larga pausa, durante la cual sus anteojos de concha lanzaron un brillo amable que parecía acariciar al gigante. Pensaba, sin duda, que este hombre grosero y de aspecto monstruoso era capaz de decir cosas ingeniosas, como si perteneciese al sexo inteligente, ó sea el femenino.
Y estas cualidades apreciables nos explican principalmente, que se hiciera tan ventajosa distinción entre su forma y su fondo, grosero y de mal gusto, y el influjo durable que ejercieron más tarde en la literatura dramática.
Palabra del Dia
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