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Una barba rizada y desaliñada envolvía las mejillas bronceadas con sus vellos rudos y enredados, y adquiría en las extremidades de la boca un matiz más claro y caía sobre el pecho en dos puntas de un rubio apagado. Era Roberto Hellinger, el propietario de la granja de Gromowo, el prometido de Olga. De la felicidad que le había llegado la víspera, su frente no dejaba adivinar gran cosa.

Se le había antojado dar un paseo hasta Bellavista; pero al pasar por delante de la carreterita que conducía a la Granja se acordó de las dichosas rosas, y dio orden al cochero de que siguiese por ella. No había visto nunca la posesión. Aquella frondosidad, aquel verde tan intenso la entusiasmaban. En su país la vegetación era más pálida.

Los perros de la granja y los del aduar, azuzados a campo traviesa, lanzábanse sobre ellos y los trituraban furiosos. En ese momento llegaron dos compañías de turcos, con la banda de cornetas al frente, a ayudar a los infelices colonos, y la matanza varió de aspecto. Los soldados no aplastaban los insectos, sino que los quemaban esparciendo largos regueros de pólvora.

Habiendo sorprendido al pastor Robin las primeras nieves, algunos días antes, en lo hondo del puerto de Blutfeld, dejó abandonado allí su carro, para llevar el rebaño a la granja; pero notando la falta de la piel de carnero con que se cubría y que se había dejado olvidada en su cabaña ambulante aquel día, terminada su labor, se puso en camino, hacia las cuatro de la tarde, para ir a buscarla.

Esto nos proporcionaba, frecuentemente, la sorpresa de pernoctar a campo raso o bajo el alero desmantelado de alguna granja; pero lo que hacía más accidentada nuestra excursión es que ni uno ni otro sabíamos una palabra alemana. No las teníamos en la punta de la lengua, como dicen los cómicos.

Hija mía, preguntadle eso a Priscila dijo con la voz firme de antaño, pero ahora algo quebrada . Ella dirige la granja y a su padre. Tengo buenas razones para dirigiros, papá, porque de otro modo os mataríais atrapando reumatismos.

Peralta en su Lima fundada, y el conde de la Granja, en su poema de Santa Rosa, traen detalles sobre esos luctuosos días. El sentimiento cristiano atribuye la retirada de los piratas a milagro que realizó la virgen limeña, que murió dos años después, el 24 de agosto de 1617.

Pero eso no le impedía estar en activa ocupación de la noche a la mañana, aunque se arrastrara de mala gana de un lado a otro y no le gustara que anduvieran detrás de ella y la abrumaran a preguntas. Entre la familia estaba, en aquel tiempo, el primo Roberto, a quien nuestros parientes de Prusia habían enviado para que aprendiera con papá a dirigir una granja.

¿Quieres acaso que vaya desnuda? decía con altivez . Mira lo que hace el viento; es menos interesante que yo, no tiene cuerpo, y sin embargo se envuelve en una capa de polvo al correr á lo largo de los caminos y de un manto de hojas secas cuando atraviesa las selvas. De vez en cuando un querubín volaba en torno á la granja, como un palomo perdido.

¿No sería bien aguardar aquí hasta ver qué recibimiento le hace su hermano? propuso Tristán. No tal, dijo Roger. Bien ó mal recibido, lo probable es que me quede en la granja de Munster y esperarme aquí sería tiempo perdido. Sin embargo, observó Simón, por lo que pueda ocurrir bueno será que sepas dónde hallarnos, llegado el caso.