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Actualizado: 17 de mayo de 2025
"¡Qué lindo es eso! me respondió haciendo burla .Yo le daré en el calendario, y está canonizado, y apostaré a ello la cabeza." No pude porfiar, perdido de risa de ver la suma ignorancia; antes le dije que eran dignas de cualquier premio y que no había leído cosa tan graciosa en mi vida.
El fuego que ardía en el pecho del poeta Ibn-Hazm no se había extinguido: yo lo sentía en el mío. Los hermosos ojos aterciopelados de mi graciosa sevillana valían, por lo menos, tanto como los de su bella cordobesa.
Pero, con esto, tan paciente, tan sufrida, que nunca se la oyó una palabra de censura contra su padre. Ni Gregoria ni Casilda eran bellas; rubias cenicientas ambas, y de ojos que ni eran verdes ni azules, ni tenían color definido; eran de buen talle y de mejor andar, más graciosa Casilda que Gregoria y más elegante Gregoria que Casilda.
El cielo nos ha reunido bajo el mismo techo, como para decirnos: ¡Amaos! ¡Amaos! Y te amo, dulce y buena niña; te amo con la plácida ternura de los primeros años de la vida. ¿Temes? ¿Por qué, mi dulce niña? ¿Sabes acaso que hace mucho tiempo me robó el corazón una chiquilla graciosa y bella? ¡Ah!
De corta en corta distancia adornan é interrumpen el camino elegantes estaciones de forma graciosa y moderna, donde se sirven con el mismo lujo que en los mas afamados hoteles, comidas y almuerzos. Los numerosos dependientes que por toda la línea llenan el servicio, pregonan en alta voz á la llegada de los trenes, los nombres de las estaciones.
Junto al hogar estaban el señor D'Orsel y un hombre joven aún, alto, bien parecido, ataviado irreprochablemente. Advertí las actitudes un poco lentas con que acompañaba sus palabras y la manera seria y graciosa con que de cuando en cuando volvía el rostro hacia Magdalena.
Marcela, la hija del pintor, era por estos tiempos una linda niña de cinco años, que tenía la misma frente serena y seria de su padre, cautivando, además, por el gentil donaire de su graciosa personita. La señora de Montauron declaró ex cáthedra que tenía aire de española.
Lucía la tomó aparte para que pudieran hablar Julio y Muñoz, pero dirigiendo hacia ellos, de vez en cuando, una graciosa mirada de curiosidad. ¿Tú la conocías, entonces? Te lo dije aquella vez, repuso Julio. No lo recordaba. Te dije que la conocí en casa de las Aliaga. Creí que bromeabas, que te querías burlar de mí. No me lo dijiste muy claro, en todo caso.
El árbol, al ser movido, dejó caer algunas gotas de agua sobre las mejillas de la señora, que hizo una mueca graciosa. El árbol la bendice á usted dijo Octavio mirando extasiado cómo corría el agua por las mejillas de la dama. Hubiera pasado sin su bendición perfectamente contestó ella riendo. Y al mismo tiempo hundió su lindo rostro en el cáliz de la flor para aspirar la fragancia.
Con esto y con bañar su rostro en una sonrisa con pretensiones de picarescamente bonachona, quedaba perfilado el cabo Pérez en toda su graciosa majestad.
Palabra del Dia
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