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Daban las ocho en el reloj de las iglesias de Estella, cuando Martín oyó dos golpecitos en la puerta, Martín contestó del mismo modo. ¿Eres tu, Martín? preguntó Catalina en voz baja. , soy yo. ¿No nos podemos ver? Imposible. Yo me voy a marchar de Estella. ¿Querrás venir conmigo? pregunto Martín. ; pero ¡cómo salir de aquí! ¿Estás dispuesta a hacer todo lo que yo te diga? Si.

«¿Qué hacer? siguió pensando . ¡Ay! ¿En dónde me he metidoUnos golpecitos en la puerta del salón la hicieron abandonar sus pensamientos. Entró Sebastiana con expresión tímida é indecisa, manoseando una punta de su delantal. Al mismo tiempo sonreía mirando á la señora, como si buscase palabras para dar forma al deseo que la había traído hasta allí.

Y no dio paz al cántico hasta que divisó a una muchacha que llegaba con un cesto sobre la cabeza. Hola, Telva, cuerpo bueno: ¿adónde te vas a estas horas, chiquirritilla? Supongo que no será a Lada... Al mismo tiempo le cerraba el camino con el caballo y le aplicaba golpecitos en las mejillas con la vara. Pues a Lada me voy. ¿Y si te comen los lobos? Poco se perdería.

Le dio unos golpecitos en el hombro y mandó a la señora Polidora que la llevase al cuarto que le había hecho preparar y que es la pieza contigua al despacho, atestada de libros, entre los cuales se ha logrado introducir una camita de campaña y un lavabo. A todo esto, me estaba yo ocupando de hacer entrar los equipajes, que acababan de llegar.

AUTOR. Amigo mío, estoy encantado de oírle. Linda invención la de V. Eso que me gusta, y no aquella pesadez de los golpecitos en las mesas y de la escritura después. Vea yo cuanto antes a Carmela.

Dió algunas vueltas en torno murmurando palabras de conjuro, y al cabo, deteniéndose y pasándose las manos por la cara, con aparato solemne tomó la baraja nuevamente, la barajó largo rato en silencio y la entregó á Velázquez para que la cortase con la mano izquierda. La puso otra vez encima de la mesa é, inclinándose hacia aquél, le dijo al oído: Da encima tres golpecitos y llámala.

Y se la come, en efecto; pero como es un saltador afectuoso, le da de cuando en cuando golpecitos con los palpos sobre la espalda, como queriendo convencerla de su teleología. Azorín no sabe si la mosca quedará convencida; ello es que sus patas han cesado de moverse y que Ron se la lleva a un ángulo, donde permanece quieto con ella un gran rato.

Primero, su padrino, el señor Hardoin, con sus anteojos de oro, sus patillas canosas y su grueso bastón de puño de marfil. Después el cura, panzudo y asmático, que le daba golpecitos en los carrillos al salir del catecismo y le felicitaba por sus progresos.

Pero a un extraño no le era fácil conocer esta falta de armonía: la prudencia disimulaba tales asperezas, y en conjunto reinaba la mayor y más jovial concordia. Había apretones de mano, golpecitos en el hombro, bromitas sempiternas, chistes, risas, secretos al oído. Algunos, taciturnos, se despedían pronto y abandonaban el templo; no faltaba quien saliera sin despedirse.

Junto a la escalera estaba la mula, enjaezada y dispuesta a partir para la viña... Al pasar cerca de ella, sonriose satisfecho Tistet Védène y se detuvo para darle dos o tres golpecitos cariñosos en la grupa, mirando con el rabillo del ojo si el Papa lo observaba. La ocasión era propicia... La mula tomó impulso... ¡Toma, allá te va, bandido! ¡Siete años hacía que te la guardaba!