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Actualizado: 28 de junio de 2025
Luego sonrió picarescamente, golpeando al oficinista en una pierna, al mismo tiempo que le preguntaba bajando la voz: ¿Y por qué quieren matarse? ¿Cuestión de mujeres?... De seguro que anda de por medio esa marquesa que á toditos los trae locos. Tomó Moreno una actitud misteriosa, al mismo tiempo que se llevaba un dedo á los labios para imponerle silencio. Prudencia, don Carlos.
Dice algunas palabras en voz baja a la criada; luego entran en el estudio: las damas, en peplo y traje de mallas, toman el te con unas amigas más vestidas. A la entrada de Terpsy se levantan. TERPSY. ¡Señoras...! ¡Al altar...! Todas suben a un pequeño tablado. Y de súbito, golpeando a un Baco imaginario, las jóvenes se precipitan.
Desvelado, en las altas horas de la noche, se levantó de su mezquino lecho, se vistió precipitadamente el sayal, encendió con eslabón, yesca y pajuela, una lamparilla de hierro, salió de su celda, atravesó los claustros desiertos y sombríos, se dirigió a la puerta de la celda del Padre Ambrosio, y llamó golpeando en ella.
Las conteras de los bastones, golpeando con furia el sucio entarimado, remataban las víctimas que iban cayendo de la mesa, expirantes.
Santiago, más exasperado aún por la decepción que experimentaba, exclamó: ¡Ni el hierro, ni el plomo, ni yo daremos muerte a ese excomulgado! ¡No iré a bordo, por las mil llagas de San Julián, no, no iré! añadió golpeando violentamente el suelo con el pie.
Sentados frente a frente y listos para empezar la tarea, dijo Ricardo, golpeando con la pluma en el fondo del tintero, como si quisiera empaparla mejor: ¿Sabes, Lorenzo, que estoy con una preocupación? Yo tengo la misma. ¿Cuál? Melchor. ¿Cómo has adivinado? No podía ser otra. ¿Y en qué consiste la tuya? En el cambio radical que se está operando y acentuando en él. ¡Has visto!...
Los violines de los ingleses lanzan sus últimos lamentos, entre risas de alegría infantil. El servio tiene en la mano un pequeño cuchillo sucio de crema, y con el gesto de un hombre que no puede olvidar, que no olvidará, nunca, sigue golpeando maquinalmente la mesa.... ¡Tac!... ¡tac!... LAS PLUMAS DEL CABUR
Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes; bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades; diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas; gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra; payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de «¡al higuí!» golpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta.
Movía los dedos con ligeras sacudidas. Pero su fisonomía se iba inmovilizando rápidamente. El hombre trasmigraba a la estatua; el alma se convertía en piedra. Aspiró tres o cuatro veces seguidas el aire y quedó rígido, inmóvil, con los ojos y la boca entreabiertos. D.ª Eloisa se abrazó a él sollozando y cubrió de besos su faz cadavérica. La criada rompió a gritar como si la estuvieran golpeando.
¡Reina! exclamó el cura, golpeando el suelo con el pie. No os enojéis, os ruego, mi querido cura; tranquilizaos, no mataré a mi tía, tengo otro medio de vengarme. Cuéntame eso dijo el excelente hombre apaciguado ya y dejándose caer sobre un canapé. Yo me senté a su lado. Bueno. ¿Habéis oído hablar de mi tío de Pavol? Sí, por cierto. Vive cerca de V * Muy bien. ¿Cómo se llama su propiedad?
Palabra del Dia
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