Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 28 de junio de 2025
Yo he de mostrar agregó, levantando el rostro hacia la lumbre y golpeando con el puño sobre la mesa que aún quedan en la nobleza castellana ánimos capaces de mostrar la vieja valentía.
Allá en lo alto se oía, interrumpiendo el silencio de la noche, el ruido producido por las banderas del castillo flotando al viento o golpeando sus astas. En una de éstas, ondeaba el estandarte del Duque y sobre él la real insignia, el pabellón de Ruritania. Y nos acostumbramos tan pronto a todo, que me costó algún esfuerzo convencerme de que ya no ondeaba, como hasta entonces, en honor mío.
Llegaron a la Aduana, pidió permiso el que los mandaba para entrar a saludar a la Regencia, se lo negamos, creyendo que los de la Junta no habrían perdido el juicio; insistió D. Pedro, golpeando el suelo con el sable y profiriendo amenazas y bravatas; entramos a notificar a los señores qué clase de estantiguas querían colarse en el palacio del gobierno, y este al fin consintió en ser felicitado por los caballeros a la antigua, temiendo despopularizarse si no lo hacía. ¡Debilidad propia de autoridades españolas!
Señor presidente, yo entiendo que se vulneran los derechos de la acusación... ¡Llamo por segunda vez al orden al letrado! gritó más furioso aún el presidente, levantándose a medias del asiento y golpeando la mesa con la campanilla. Pues formulo la correspondiente protesta. Proteste usted cuanto quiera, pero absténgase en lo sucesivo de dirigir palabras irrespetuosas a la presidencia.
La que miente es usted, que quiere por orgullo perder a un sacerdote... ¡a un santo! ¡Silencio! gritaba el presidente golpeando con la campanilla. ¡Buen santo te dé Dios! exclamaba la joven con sonrisa sarcástica. No calumnie usted a los demás por salvarle a él. ¡Basta! Expulsad del local a estas mujeres profirió el presidente, dirigiéndose a los hujieres.
Recobró su asiento Nélida vibrante y nerviosa, golpeando con el abanico un brazo del sillón. ¡Ah, su madre! ¡Aquella mulata antipática, a la que en nada se parecía!
Hace usted muy mal en hacerse de rogar para venir, cuando sabe que lo queremos tanto... ¡No, no proteste! exclamó con alegría, golpeando suavemente con una flor el brazo del joven, que se estremeció al contacto de aquella caricia.
Cuando la interrogaban, ponía una cara adusta, y golpeando el suelo con el pie, se quedaba mirando en el vacío. La hermana superiora venía, inquieta, y le preguntaba, acariciándola con dulzura: ¿Qué tiene, Adrianita? ¿Ya no le reza al Señor? No, no, porque ha dejado que me compre el diablo. Y no daba otra explicación: la había comprado el diablo y ella estaba perdida para el cielo.
Si efectivamente Mauricia... No es que yo lo afirme; pero tampoco me atrevo a negarlo. Aquel llorar continuo, ¿qué puede ser sino arrepentimiento? A saber los medios que el Señor escoge... Y se retiró a su celda. Casi casi se dieron un encontronazo Sor Facunda alejándose y Sor Marcela que al corrillo se acercaba, dando balances y golpeando el suelo duramente con su pie de madera.
Desahogaba su ira en furibundos apóstrofes, anatemas y dicterios, golpeando la mesa, lívido y descompuesto, cuando sintióse ruido de pasos y apareció la fatídica estampa del mozo de la imprenta, que volvía en busca del comenzado fondo.
Palabra del Dia
Otros Mirando