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Golfín esperó y con paso muy quedo acercose más. Choto estaba frente a la Nela, echado sobre los cuartos traseros, derechas las patas delanteras, y mirándola como una esfinge. La Nela miraba hacia abajo.... De pronto empezó a descender rápidamente, más bien resbalando que corriendo. Como un león se abalanzó Teodoro a la sima, gritando con voz de gigante: ¡Nela! ¡Nela!

Pepe le hizo un guiño malicioso como diciendo: "Has triunfado en toda la línea". El joven concejal sintió que se acercaba a pasos de gigante el logro de sus esperanzas y el apogeo de su dicha. El cotillón fué digno remate de aquel baile brillantísimo.

En los primeros momentos, la semejanza de Gillespie con un ser indeterminado y misterioso le hizo pensar en todos sus enemigos, considerando esta semejanza hostil para él. Ahora creía, por el contrario, que debía parecerse el gigante á algo muy superior, y hasta llegó á pensar si su rostro sería el recuerdo de un dios entrevisto por él en sus ensueños.

Vamos a ver quién es más inteligente, si o yo. Si pierdes, quedo libre para ser de otro marido. Meñique la saludó con gran reverencia. La corte entera fue a ver la prueba a la sala del trono, donde encontraron al gigante sentado en el suelo con la alabarda por delante y el sombrero en las rodillas, porque no cabía en la sala de lo alto que era.

La expedición guerrera de Carlomagno contra el gigante sarraceno, Fierabrás; los combates incesantes entre los caballeros moros y cristianos; el lugar encantado, con su río de verdes orillas; el puente maravilloso, que aparece y desaparece, y el palacio mágico, edificado en la cabeza de un enano de bronce, forman el marco, en cuyo centro se desarrollan los amores de Guido de Borgoña y de Floripes.

Bastaba decir que las sirenas, los unicornios navales y los caballos de mar andaban como moscas, y que un gigante, con los ojos encarnados, tenía en la cueva su misteriosa morada.

Y al decir esto miraba sus ropas con satisfacción, como si se encontrase dentro de ellas mejor que cuando vestía su uniforme doctoral. ¿Y Ra-Ra? preguntó el gigante. Ella bajó la voz para contar su vida de aventuras desde que se fugó de la Universidad.

Llevaba aquel día envuelta la cabeza, por mayor gala, en un pañuelo floreado de seda y la montera encima; apretaba sus piernas membrudas de gigante fino calzón de Segovia; colgaban de la botonadura de su chaleco los cordones del justillo de Flora que había arrancado la noche anterior al infortunado Jacinto. Cuando se hartó de caracolear por los diversos grupos decidióse á entrar en la danza.

Quedó entre nosotros el gigante viejo tan desamparado y falto de medios cual se ve usted ahora. Además, como sus años no le permitían vivir en un mundo tan nuevo para él y tan falto de las comodidades que necesita la vejez, murió al poco tiempo.

En suma, los modales y las palabras de aquel señor, lo mismo que su rostro, parecían los de un ser superior, un poderoso gigante confiado en su fuerza, seguro de que su destino era el de dirigir a los demás seres que pueblan la tierra. De aquellas míseras piernas con que el cielo te había dotado hacía caso omiso.