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Actualizado: 3 de mayo de 2025


De aquel panorama lleno de luz, de vida y de capricho no quedaba sino un cielo sereno pero opaco, la vasta sombra movediza del mar, sus sollozos profundos sobre el horizonte de tinieblas, destacándose á distancias casi iguales, los grupos de luces que indicaban la posición de Gibraltar, San Roque y Algecíras, haciendo contraste con las negras moles de las fragatas de guerra y de comercio que parecían surgir, en derredor, de entre las olas adormecidas en un concierto de suspiros.

Eran de tejido de algodón, traído de Gibraltar, de contrabando; el dibujo, el que entonces estaba de moda, y se llamaba Arco Iris, por ser una reunión de los colores más opuestos y menos capaces de armonizar entre . No parecía sino que el fabricante había querido burlarse de sus consumidores andaluces.

Retiráronse de muy buen humor a la fonda, y al llegar a ella vieron que en el comedor había mucha gente. Era un banquete de boda. Los novios eran españoles anglicanizados de Gibraltar. Los esposos Santa Cruz fueron invitados a tomar algo, pero lo rehusaron; únicamente bebieron un poco de Champagne, por que no dijeran.

Navegaba lentamente con sólo algunas velas, cruzando y recruzando las mismas aguas. Kaledine, al transcurrir dos días, empezó á inquietarse. Varias veces oyó Ferragut cómo murmuraba el nombre de Gibraltar. El paso del Atlántico al Mediterráneo era el mayor peligro para los que él esperaba.

Vamos, vamos, la brisa fresquea y nos disponemos a salir. Porque, ¿qué hacemos aquí mientras haya buques mercantes en la Mancha, galeones en el golfo de Gascuña y ricos navíos portugueses en el estrecho de Gibraltar? ¡Cómo! ¿Usted partirá hoy, un viernes?

Las esperanzas se desvanecían, las sospechas se confirmaban las más de las veces, y el número de los que ganaban en aquel agonioso juego de la suerte era bien pequeño, comparado con el de los que perdían. Los cadáveres que aparecieron en la costa de Santa María sacaban de dudas a muchas familias, y otras esperaban aún encontrar entre los prisioneros conducidos a Gibraltar a la persona amada.

El Mediterráneo le inspiraba desprecio, con sus puertos como Alejandría y Nápoles, verdaderos pudrideros de todo el detritus de Europa. «Desde Gibraltar a Suez decía , ladrones a la derecha y a la izquierda. Antes robaban en el mar, y ahora esperan en los puertosSu amistad con Sánchez Morueta, que databa de la infancia, le había proporcionado un retiro en tierra.

La ha tomado con las compañías de ferrocarriles y otras empresas gordas, y, ¡si vieras!, las pone como hoja de perejil. Nada, que las mata, que las está matando. Yo le digo que ya que escribe, escriba de cosas útiles, por ejemplo, de que los ingleses deben devolvernos a Gibraltar. Eso , yo creo que si esto se dice un día y otro día, al fin hemos de lograrlo.

Con esta puerta se liga una anécdota, que pinta a lo vivo el carácter de los nobles sevillanos de aquel tiempo. Era en 1540. Por ella salían los sevillanos para ir a socorrer a Gibraltar. Don Rodrigo de Saavedra llevaba el pendón de la ciudad; pero la puerta de entonces era tan baja, que el pendón no podía pasar sin inclinarse.

Por el momento, iban á Gibraltar para recoger la carga de un vapor que no había podido seguir su navegación. Del estrecho tal vez hiciesen rumbo á Salónica una vez más. Nunca emprendió un viaje con tanta alegría el capitán del Mare nostrum. Creyó dejar en tierra para siempre el recuerdo de aquella mujer ejecutada, cuyo cadáver veía en sueños muchas noches.

Palabra del Dia

bagani

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